Heroína, cocaína, anfetaminas, opioides… En la inmensa mayoría de ocasiones los estudios científicos que buscan estudiar el consumo de drogas en una determinada zona suelen poner el foco en los productos más consumidos, cómo afectan estos a la persona que los consume en lo físico y lo mental y cuáles son los motivos que mueven a los drogodependientes a adentrarse a este oscuro y complicado mundo. Sin embargo, a pesar de ser un elemento vital en todo el proceso de consumo de drogas, pocas investigaciones locales existen sobre las conductas de riesgo que realizan estas personas a la hora de inyectarse y los peligros que pueden suponer, que pueden ir desde infecciones bacterianas hasta incluso amputaciones en los casos más extremos. Precisamente ese es el tema principal de «Actitudes asociadas a las prácticas de inyección de riesgo en personas que se inyectan drogas en Palma de Mallorca», un estudio realizado por investigadores de Médicos del Mundo Baleares y la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) pionero en intentar rellenar, por primera vez, ese vacío de datos tan importante a la hora de intentar ponerle freno a estas tendencias tan dañinas en Ciutat.
«El objetivo inicial de este estudio era determinar de una manera científica y empírica cuáles eran las conductas y las percepciones del riesgo a la hora del consumo. Dichos datos servirían para complementar y mejorar las campañas y talleres de prevención que hacemos nosotros y otras asociaciones», explica Xavier Mesquida, director de Médicos del Mundo, una de las organizaciones impulsoras de este estudio y que pretende atacar esta problemática a través de talleres de prevención y su programa de intercambio de jeringuillas, una iniciativa especialmente importante a la hora de combatir y evitar las prácticas de riesgo.
De hecho, según continúa Mesquida, la meta no es solo intentar reducir las prácticas de estas conductas de riesgo por parte de las personas drogadictas que se encuentran en situación de vulnerabilidad o a pie de calle, sino también en intentar crear un cambio de mentalidad a la hora de percibir estas conductas para que sean los mismos usuarios los que quieran terminar con ellas: «Lo que intentamos es que entiendan que el algunos comportamientos como es el de compartir elementos de limpieza e higiene o las mismas jeringuillas puede llegar a ser muy peligroso. Al final podrían evitarse la transmisión de algunas enfermedades como la hepatitis C o infecciones que pueden llegar a ser peligrosas para la salud. Lo importante es saber exactamente qué percepción tienen las personas sobre estas prácticas para poder acercarnos más a ellas y ayudar a eliminarlas».
El uso repetido de jeringuillas, un hábito que se repite
Volviendo al estudio, a fin de medir con la mayor exactitud posible las conductas que se llevan a cabo en Palma, se entrevistaron un total de 35 personas que participaban en el programa de intercambio de jeringuillas de Médicos del Mundo, es decir, que eran adictas a alguna droga que implicaba la acción de inyectarse. De esta forma, tras un proceso de entrevista y recogidas de datos con la tutela de profesionales de la medicina y la salud de la isla especializados en drogadicción, finalmente se llegó a la que es el comportamiento de riesgo más «extendido y normalizado» en la ciudad de Palma: el uso reiterado de una jeringuilla propia para varias dosis.
«Se ha extendido mucho la falsa creencia de que como ya se está infectado de alguna enfermedad como el VIH o la hepatitis C no pasa nada por inyectarse con la misma jeringuilla que solo ha sido usada por la misma persona, y eso precisamente lo que causa es que vaya todavía a peor», explica Juan Manuel Alonso, médico de la Unidad de Conductas Adictivas (UCA) de Inca y uno de los expertos a los que consultó Álvarez para realizar este estudio. Según Alonso, esta prevalencia se explica con las consecuencias más negativas y palpables que deja el consumo de drogas en una persona en el aspecto psicológico: el síndrome de abstinencia, más comúnmente conocido como el mono: «Muchas veces esta necesidad pega fuerte en la persona y normalmente no se preocupa por lo que tiene alrededor o de calmar la ansia de forma higiénica y se inyecta con lo que tiene a mano, que en muchas ocasiones se trata de la jeringuilla que han usado la vez anterior».
De todas formas, Alonso destaca que, más que la propia conducta en sí, la peligrosidad viene por la percepción positiva que tienen las personas drogodependientes en cuanto a esta práctica, ya que la inmensa mayoría pensaba que, al ser una jeringuilla que solo han usado ellos mismos, no habría ninguna repercusión en su salud más que los efectos de la droga en sí: «Normalmente lo que más tiene en cuenta uno es el tema del VIH y otras enfermedades como la hepatitis la dejan más de lado más que nada porque es muy común entre las personas que se inyectan droga. Lo que no saben es que se están reinfectando y empeorando la situación ya que pueden inyectarse una cepa más complicada».
En ese sentido, Mesquida añade que el daño puede ir más allá del contagio de enfermedades ya que las agujas mal esterilizadas o sucias pueden causar importantes consecuencias físicas que van desde celulitis hasta, en casos extremos, amputaciones de miembros: «Una jeringuilla usada muchas veces puede ser un problema porque, si no se limpia como es debido, cosa que no suele suceder porque muchas personas se encuentran en situación de calle, puede coger microorganismos (normalmente bacterias) que pueden penetrar en el flujo sanguíneo. La gente suele tener miedo de contraer ciertas enfermedades pero se olvidan completamente de estos daños. Además, como muchas veces se pinchan con ansia porque, de tanto usarla, a veces la jeringuilla está atascada, se crean lesiones en la piel que generan celulitis y abscesos brutales que, si se va al extremo, puede terminar en amputaciones. Las prácticas de riesgo a la hora de inyectarse droga pueden tener consecuencias terroríficas y la gente no lo sabe».
Iniciativas de prevención en Palma, esencial
Alonso ha querido reconocer los valiosos datos que ha recogido ese estudio y la utilidad que puede tener para las UCAs a la hora de ayudar a las personas en situación de drogodependencia. El médico remarca que los datos que se recogen en estas unidades son de personas dispuestas a buscar ayuda y que normalmente ya han comenzado un periodo de desintoxicación más o menos avanzado, por lo que sus hábitos suelen ser muy distintos de aquellos usuarios a pie de calle que todavía siguen enganchados y no tienen la intención de dejar la droga: «Nos dan una foto de la realidad. Lo que tenemos nosotros recogido en el Plan Nacional de Drogas solo son datos de los pacientes que comienzan tratamientos en la UCA, aquellos que están fuera de esta órbita o que la han abandonado no están incluidos en las memorias y en la práctica no sabemos prácticamente nada. Hay muy pocos estudios que estudien lo que ocurre en la calle y este ha sido pionero en Palma».
Por su parte, Mesquida ha destacado que, junto a Galicia, la de Baleares es todavía la única sede local de Médicos del Mundo con planes de intercambio de jeringuillas, lo cual habla de la gravedad de esta problemática en las islas. Así, señala la heroína blanca, una droga sencilla y fácil de conseguir, como una de las grandes culpables del auge de las drogas inyectables en Ciutat. Esta variante, a diferencia de la heroína marrón tradicional que se suele inhalar o fumar, se disuelve en agua en una jeringuilla para posteriormente inyectársela: «La heroína marrón, que es la que llega al resto de España, requiere de procesos como calentarse que la hace más complicada de consumir, en cambio la heroína blanca, que es la que llega aquí, tan solo necesita disolverse y se aprovecha mucho mejor, por o que tiene dos factores de riesgo importantes: es económica y muy fácil de consumir. Es un problema que no está mejorando en Baleares». En ese sentido, advierte que en las islas se reparten, según datos de 2022, alrededor de 50.000 jeringuillas al año, y son precisamente estudios como estos son los que ayudan a identificar esta situaciones para saber atacarlas desde el prisma de la prevención: «Se necesitarían hacer estudios como estos de forma mucho más regular».