Si se tiene una edad, la nostalgia te puede invadir al pasar por lo que fue el hospital que unió el destino de miles de ciudadanos de Baleares. Porque durante cuatro décadas, Son Dureta fue el único recinto de esas características existente en Baleares. Más tarde llegarían Can Misses (Ibiza), Son Llàtzer (en 2001), el Mateu Orfila de Maó, Manacor, Inca, Formentera y el actual referente, Son Espases, que recogió definitivamente el testigo en 2011 -un año después de su apertura oficial-, con el traslado de los últimos servicios que quedaban en aquella finca ubicada en lo más alto de Palma: medicina nuclear y radioterapia.
El nuevo Son Dureta, como parque sociosanitario, permitirá recuperar un espacio abandonado durante años, a la espera de finalizar un largo camino que devolverá la vida a lo que fue punto de encuentro pacientes, familiares, profesionales de la medicina y numerosas personas que trabajaron en los servicios y negocios crecidos en su entorno, marchitado desde hace más de una década, cuando echó el cierre de manera definitiva, años después de ser trasladada su competencia desde Madrid al IB Salut.
En una Mallorca a las puertas del 'boom' turístico y sin un centro hospitalario de gran capacidad, se planteó a principios de la década de los 50 del pasado siglo la construcción de un recinto así. Se propusieron los terrenos de la finca de Son Dureta, en la parte alta de Son Armadams y colindantes con el bosque de Bellver, a las afueras de Palma y rodeado de pinos.
Fue en 1953 cuando comenzaron las obras, dándose forma al proyecto del arquitecto Martín José Marcide Odriozola. Finalmente, el 16 de noviembre de 1955 se inauguraba bajo el nombre de Residencia Sanitaria Virgen de Lluc, contando con 300 camas y 150 trabajadores, entre ellos 60 enfermeras -monjas de la orden de San Vicente de Paúl- y apenas dos médicos residentes, reforzados por otros galenos externos.
Cinco años después de su apertura nació la Escuela de Enfermería Virgen de Lluc y más tarde recibiría las acreditaciones para la formación de nuevos médicos; un punto de inflexión llegó en 1977, cuando al edificio original, lo único que todavía se mantiene en pie, se sumaron otros dos: consultas externas y maternidad. Por ambos pasaron y en ellos nacieron miles de baleares, aunque hoy en día ya no queda rastro de ellos.
En 1987, el hospital recibió de manera definitiva la denominación de Son Dureta, pasando a ser hospital universitario como lo es en la actualidad su sucesor natural, Son Espases. La saturación y la falta de espacio fueron un lastre en los años finales del centro, por el que pasaron personalidades de la sociedad y que en fechas señaladas como la Navidad, recibió la visita de deportistas ilustres como Rafael Nadal o Jorge Lorenzo, además de la plantilla del Real Mallorca, que junto a entidades como Sonrisa Médica y otras muchas que desempeñaron su labor terapéutica y social en el centro, hicieron más llevadera la estancia, de forma especial, de los niños ingresados allí.
En Son Dureta recibieron formación más de 2.000 enfermeras y enfermeros y cerca de un millar de MIR, siendo recuperado ese espacio (su exterior) en una situación de emergencia sanitaria como fue la pandemia de la COVID-19, que obligó a reabrir sus puertas como centro de vacunación y espacio para la realización de pruebas PCR, permitiendo a muchos echar la vista hacia ese edificio que, además del paisaje, formó parte de la vida de muchos mallorquines a lo largo de su vida y que hoy aguarda un futuro que ponga en valor su legado.