Después de años de consenso, hoy se celebra el día internacional del Orgullo LGTBI+ con polémica por la presencia de banderas, propiciada por Vox, y la ausencia de actividades impulsadas por las administraciones públicas. Ben Amics, por primera vez en años, no ha logrado tener el apoyo de las instituciones de la Isla. En palabras del vicepresidente de la entidad, Jan Gómez, «los desplantes y recortes que hemos sufrido, en el caso del Orgullo, solo merman la calidad y la dignidad del evento, eliminando toda la programación cultural».
El Orgullo se celebra a nivel internacional en recuerdo de los disturbios de Stonewall, unos sucesos que ocurrieron en un bar de Nueva York en el año 1969 y que cambiaron la conciencia sobre los derechos del colectivo. En las revueltas contra la policía, que duraron varios días, participaron activistas como Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera. Esta última cuestionó la forma en la que el propio colectivo discriminaba a las personas transexuales, poniendo el acento sobre un tema aún no superado.
En Mallorca, Ben Amics comenzó a celebrar este día en 1995, según uno de los fundadores de la entidad, Antoni Esteva, pese a que a partir del año 1979 ya se celebra de forma intermitente, impulsado por el Front d'Alliberament Gai de les Illes. «Comenzamos a celebrarlo, pero no en la calle. Primero creamos los premios, que entregamos en locales. En aquel momento no podíamos plantear una manifestación. Después llegamos al Teatre Principal, en donde montamos varias entregas, hasta que salimos a reivindicarnos al exterior. Fue algo progresivo», señala Esteva.
Desde entonces, la entidad conmemora anualmente el Orgullo en una jornada en la que se entregan los premios Dimoni y Siurell rosa. El positivo lo han recibido la asociación de lucha antisida ALAS o el Govern, por la aprobación de la ley de parejas de hecho. El Dimoni Rosa ha ido a parar, entre otros, al PP, Hazteoir o a la concejala de Podemos en Palma, Sonia Vivas.
Lo cierto es que, aparte de lo pertinente que resulta la celebración del orgullo internacional, en la memoria del colectivo hay otros días que deben ser recordados. Un calendario de días LGTBI+ que se nutra de acciones previas o posteriores a las de Nueva York que tuvieron lugar en diferentes ciudades europeas o españolas. Uno de los casos más singulares, por su precocidad, es la de las Carolinas, un grupo de travestis de la Barcelona de los años 30, que fueron retratadas por Jean Genet en su Diario de un ladrón mientras iban en procesión a depositar un ramo de flores en unos urinarios públicos frecuentados por homosexuales. Se trata de una protomanifestación y un ejemplo de visibilidad LGTBI+ antes de los famosos disturbios de Nueva York.
También fue en España donde se celebró, en 1977, la primera manifestación LGTBI+ de Europa, apenas dos años después de la muerte del dictador, en la que se pedía la derogación de la ley de peligrosidad social, que sustituyó a la de vagos y maleantes. En 1978, un año más tarde, Madrid albergó también una manifestación multitudinaria. En 1995 se consiguió que la ley fuese completamente derogada, pese a que las referencias específicas a la homosexualidad fueron eliminadas en una modificación de 1979.
Como la historia se compone de momentos, no está de más recordar el ‘San Reprimonio Beneït'. El relato de lo que sucedió está incluido en el libro Vidas del arcoiris, del activista Jordi Petit. El Front d'Alliberament Gai de les Illes (asociación previa a Ben Amics y hermanada con el FAGC, de Catalunya), bajo la presidencia de Juanito López, montó una performance-manifestación en la que llevaron un muñeco llamado San Reprimonio hasta Cort. El motivo de esta peculiar performance fue el cierre de tres locales de ambiente, el Max-O, Bronx y New Way. Los manifestantes gritaron al alcalde, que por aquel entonces era el socialista Ramón Aguiló: «Ramón, te asusta, a ti también te gusta». No hace falta decir que la delegación que se reunió con los políticos del consistorio fue expulsada de malos modos tras escuchar los gritos de los congregados.
El recuerdo de las redadas también nos lleva a Mallorca; una de las últimas que se realizó en aplicación de la ley de peligrosidad social durante el franquismo fue en la Isla, en el Bar Saras, y es tristemente famosa por un motivo: se detuvieron a más de 30 personas, pero los residentes fueron enviados al cuartelillo e identificados, mientras que a los extranjeros que tomaban una copa en el local en cuestión se les dispensó un trato diferente, por miedo a una posible reacción diplomática. En sus países de origen la homosexualidad ya no estaba perseguida, y conducir al calabozo a esos ciudadanos podía suponer un problema, como apunta el profesor de la universidad de Cambridge, Alberto Mira, en su enciclopédico libro De Sodoma a Chueca. Ni en el lugar en el que estuvo el bar Saras ni en el cine Goya de Manacor, lugar de encuentro gay en el que las redadas eran frecuentes, hay ninguna placa que recuerde el padecimiento de las personas que fueron detenidas sin más motivo que su identidad sexual. Tanto San Reprimonio, como otros momentos que se han vivido en la Isla, podían ser días que marcar en un posible calendario LGTBI+ autocentrado en el que mantener viva la memoria desde un imaginario próximo que no quede opacado por el marco anglófilo.
Sin duda, celebrar el Orgullo internacional es importante, ya que es una fecha señalada que permite hermanar y visualizar el colectivo LGTBI+ de forma global, pero no lo es menos reivindicar la memoria y sacar del armario sucesos y activismos que han quedado olvidados.