La casualidad quiso que este pasado miércoles la Audiencia Nacional confirmara la prohibición de entrada a España y países del espacio Schengen para Mohamed Harrak, el vecino de Son Gotleu que en 2017 fue absuelto de colaborar con el yihadismo tras afirmar que colaboraba con el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). La detención de Harrak supuso un auténtico terremoto mediático un tiempo antes de todo aquel periplo judicial, y viene a colación rememorarlo coincidiendo con el décimo aniversario de la proclamación del califato reivindicado por Estado Islámico. Tal y como informó en su día Ultima Hora, Mohamed Harrak convenció a los jueces de la Audiencia Nacional de que no era un terrorista que residía en este populoso barrio de la capital balear.
Ni reclutaba combatientes para luchar en Siria por Estado Islámico, ni tenía vínculos con células fuertemente radicalizadas sobre el terreno mallorquín. Mohamed Harrak fue absuelto de yihadismo, aunque el joven de origen marroquí no pudo demostrar que no vendiera droga después de que la Policía Nacional hallara en su casa de Son Gotleu una maleta con una pequeña cantidad de cocaína y una balanza de precisión. En la taquilla del hotel donde trabajaba como cocinero, en Santa Ponça, también encontraron una báscula. El tribunal de la Sección Primera de lo Penal lo condenó a tres años de cárcel y el Supremo confirmó la sentencia por narcotráfico, que cumplió en la cárcel de Palma aunque antes pasó por otros centros penitenciarios.
Ahora la sala de lo contencioso de la Audiencia Nacional ha desestimado un recurso de su abogada, ratificando así la resolución del Ministerio del Interior que acordó la prohibición de entrada a nuestro país por espacio de diez años. Esta vino precedida de una solicitud de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional, en 2021, para que se incluyera al hombre en la lista de ciudadanos con prohibición de entrada en los países Schengen. La unidad policial informó de que esta persona estaba siendo investigada por actividades relacionadas con terrorismo.
En concreto, indicaba que el marroquí accedía habitualmente a sitios virtuales de distribución de la propaganda yihadista, según la Policía con intención de compilarla y distribuirla a individuos con los que interactuaba en redes sociales para «adoctrinarles, radicalizarles y captarles para su envío a zonas de conflicto integrándose en las filas del grupo terrorista Estado Islámico», recoge la sentencia. Mohamed Harrak ya fue juzgado por la Audiencia por difusión de propaganda yihadista. En 2017 el Tribunal lo absolvió al declarar demostrado que se había ofrecido a colaborar con los servicios secretos y que seguía instrucciones de una persona a la que él identificaba como un agente del CNI. Como contraprestación, el marroquí le habría solicitado que le resolviera un problema con la renovación del permiso de residencia. Aseguró que actuó en todo momento con la finalidad de identificar sujetos radicalizados. El organismo no confirmó esa pretendida relación y la Policía no pudo identificar al supuesto agente. En todo caso, el marroquí entregó a esa persona copia de sus conversaciones incriminando a sujetos radicalizados, y el Tribunal constató que había proveído noticias de interés sobre cinco personas que fueron más tarde detenidas.
El informe policial destaca que durante su paso por la cárcel mantuvo relación con un interno condenado por terrorismo al que conoció en una cárcel de Granada. Allí el marroquí afincado en Son Gotleu «continuó siendo un interno muy religioso, realizando sus rezos y leyendo el Corán»; en sus comunicaciones escritas intervenidas también «mantenía un lenguaje muy religioso con sus compañeros de causa y a su vez estos hacia él». El texto policial cita que habría manifestado a otros reclusos «que había sido mala suerte que le detuvieran ya que según dijo 'lo tenía todo preparado para cometer un atentado en España'». Igualmente habría comentado en prisión a otros reclusos su interés por desplazarse a Siria y combatir como miembro del Dáesh». «Se trata de hechos posteriores a la sentencia penal, en relación a su comportamiento en prisión, que denotan un comportamiento individual que representa una amenaza real, actual y suficientemente grave que afecta a los intereses españoles» concluyen los magistrados, que consideran adecuada la prohibición de entrada en virtud del reglamento de extranjería.
Un segundo nombre relacionado con el también denominado Dáesh y Mallorca llega de la mano de Tarik Chadlioui, yihadista detenido en Birmingham (Reino Unido) y que algunas fuentes como el Real Instituto Elcano relacionan con algún integrante de la célula de Ripoll que perpetró una matanza en la Rambla de Barcelona el 17 de agosto de 2017, y horas más tarde reprodujo su fechoría en Cambrils (Tarragona). A Tarik Chadlioui, arrestado ese mismo año, la extrema derecha de Vox le define como «salafista», y ha asegurado que predicaba en una mezquita de París a la que acudía Omar Mostefai, uno de los autores del atentado contra la sala de espectáculos Bataclán.
El nombre de la sala de conciertos parisina se fijó en la mente colectiva de todos un 13 de noviembre del año 2015 cuando tres yihadistas del Estado Islámico irrumpieron en la misma, y asesinaron a 130 personas en una de las peores tragedias de este tipo que ha vivido Europa. Finalmente, ¿cuál es la relación de Tarik Chadlioui con la Isla? El miércoles 28 de junio de 2017 se detuvo en Mallorca a cuatro personas en el marco de una operación internacional contra el terrorismo yihadista. Los consideraron eslabones de una cadena en cuya cúspide se encontraba el propio Chadlioui, el cual también cayó en esta operación.
Las autoridades policiales y judiciales europeas y los servicios de inteligencia le seguían la pista al haberlo identificado en diversas ubicaciones europeas, incluida Mallorca. En sus vídeos virales, entre otros, mostraba el adoctrinamiento, captación y viaje a Siria de un joven musulmán residente en España. De hecho se corroboraron distintos viajes a Mallorca por parte de Tarik Chadlioui. Sus imágenes en la serra de Tramuntana, paseando por el centro histórico de Palma, o posando sonriente en pleno Parc de la Mar y frente a la Seu de Mallorca impactaron e inquietaron casi a partes iguales.