Ignacio Stampa fue el primer fiscal al que le tocó asumir la investigación al comisario Villarejo. Testigo privilegiado de las cloacas, publica El Complot, un libro donde relata su paso por esa instrucción y cómo fue apartado de la misma, víctima a partes iguales de un rumor falso en torno a su vida personal y a una investigación instigada por la entonces fiscal general del Estado, Dolores Delgado. Hoy presenta la obra en Palma, a las 17.30 en el Colegio de Abogados y a las 20.00 en la libreria Rata Corner. Para asistir es necesaria inscripción en el correo librostampa2024@gmail.com.
En un libro que se titula ‘El Complot' escribe: «España vive en una conspiranoia un tanto desenfrenada». Choca un poco.
Basta abrir la espita de cualquier rumor para que todo el mundo lo de por sentado y todo el mundo ataque. Estamos en un estado de agresividad. Se publican cosas, a veces sin contrastar y la gente saca conclusiones. Buscamos una razón para hablar mal de lo demás.
¿Qué pensó al encontrar la caja fuerte llena de grabaciones de Villarejo?
Nos damos cuenta de que hemos acertado. Que hemos encontrado lo que íbamos a buscar, lo que pasa es que encontramos mucho y nos sorprende que él, que sabía que le estábamos investigando no hubiera tomado sus precauciones. No le cogimos todo, pero le cogimos muchísimo. Había muchas cosas en la caja fuerte, agendas y muchas cosas en la casa. El mostró más que sorpresa, estupefacción por lo que le estaba pasando.
¿Percibe una cierta fascinación por el personaje?
Él no se cree lo que cuenta. A Villarejo hay que saber interpretarle. Muchas cosas las exagera y miente y en otras dice la verdad. Forma parte de su línea de defensa y de esa línea de presión a muchas personas e instituciones. Muchas de las cosas que ha dicho no se han hecho realidad ni las ha demostrado. Crea fascinación porque ha sido algo muy sórdido y con mucho morbo, por eso tuvo éxito el ataque contra mí. Tiene morbo porque tiene a la gente grabada. La clave del éxito de Villarejo es saber cuáles son las debilidades de los demás y explotarlas.
¿A usted también le atacó?
Aprovecha de que hay un conversación grabada. Le llega una información de que hay un abogado de Podemos denunciado por acoso sexual. Eso lo utiliza Villarejo de manera cutre pero muy eficaz. De la nada se construye una fábula y la idea de que tengo una relación con la abogada de Podemos. Es un disparate, pero la gente se lo creyó. Por eso soy crítico con los periodistas que venden cualquier cosa y soy muy crítico con las instituciones que lo asumieron.Ese rumor termina en un expediente de Fiscalía que se archiva pero después de dejarle fuera de Anticorrupción, de lo que culpa a la fiscal general, Dolores Delgado.
¿Por qué?
Mi sospecha es que las personas extorsionadas son Dolores Delgado y Baltasar Garzón. Por eso cuento la anécdota de la celda, cuando Villarejo me dice «¿Aún sigues aquí? Qué acojonada debes tener a Lola».
¿Y el papel del actual fiscal general, Álvaro García?
Alvaro no mandaba nada. En la Fiscalía le hicieron caso porque saben que las comunicaciones son con Dolores Delgado. Ella sale en las grabaciones y en documentos. A Garzón le pasa igual. Sus vínculos eran totales, pero de facto lleva la investigación a través de su mano derecha y dio instrucciones para que se alargara. Tampoco se abstuvo en el Consejo Fiscal. Desde el momento en que el fiscal superior de Madrid tiene que enviar informes sobre mí al fiscal general no hay duda alguna. Lo decidía Delgado y lo ejecutaba Alvaro García.
¿Afectó su salida al desarrollo judicial del caso?
No lo puedo saber de forma directa porque no estaba. Los dos (Delgado y García) han declarado que ha habido condenas sin mí. Por supuesto, nadie es imprescindible ni los resultados son gracias a mí. Las condenas parten de acusaciones que firmé yo con mi compañero. El único que puede contestar eso de forma objetiva es el fiscal Miguel Serrano.
El libro es una carga contra sus jefes...
Estoy convencido de lo que estoy haciendo. ¿Si el fiscal general te pisotea no puedes decir ni mú? Reivindico lo que corresponde y es mi obligación: si veo corrupción en el fiscal general tengo la obligación de decirlo. Lo que cuento y que está documentado y nadie dice lo contrario. Nadie me ha corregido. Me acaban de notificar una denuncia que me ha puesto Villarejo por el libro y la Fiscalía superior y el fiscal general acaban de reconocer que no he cometido ninguna infracción jurídica ni en mi libertad de expresión. Villarejo ha querido erigirse en abogado de Álvaro García Ortiz y le han dicho que es inviable.