Aunque muchos puedan creer que la leishmaniasis es una enfermedad parasitaria que solo afecta a los perros, lo cierto es que el parásito está muy presente en los humanos, especialmente en la cuenca mediterránea donde Baleares tiene la consideración de «zona caliente».
Ana Mena, mibrobióloga y parasitóloga clínica del servicio de Microbiología de Son Espases explica que «si hablamos de enfermedades parasitarias en humanos Baleares es una zona endémica para la leishmanasia infantum». Es un parásito que se transmite a partir del vector flebótomo (phebonomo), es una mosquita muy pequeña que habita en Mallorca, Ibiza y en menor medida en Menorca.
Los flebótomos parecen estar aumentando su presencia y distribución en España y con ellos aumenta el riesgo veterinario y de salud pública. «Tener este vector en Baleares hace que el parásito sea capaz de transmitirse con más facilidad. Los cánidos (principalmente los perros) son los reservorios de esta zoonosis y son capaces de transmitirla a los humanos. Es común en toda la cuenca mediterránea y Baleares es una zona caliente, sobre todo en el área de Manacor», dice la experta.
La leishmaniasis cursa con dos tipos de clínica, la cutánea es la más frecuente. Se da en 70 de cada 100 casos con síntomas. El paciente presenta lesiones muy características en la piel. «Son lesiones que en algunos casos hay que tratar y se resuelven bien», dice la microbióloga. Hay una segunda clínica mucho más preocupante: la visceral. «Ocurre cuando el parásito llega a la sangre e infecta a nivel sistémico. Es una patología más grave que puede cursar sobre todo en pacientes inmunodeprimidos», añade Mena. En ellos es habitual la reaparición de la enfermedad algún tiempo después de la infección. Genera síntomas recurrentes, también en niños pequeños.
¿Podemos ser portadores del parásito y no presentar síntomas? La respuesta es clara «no siempre vamos a manifestar clínica, podemos estar en contacto con el parásito y no tener clínica. El parásito se transmite a través de la mosca y todos los infectados (con o sin síntomas) son capaces de transmitir la enfermedad», dice la parasitóloga. Recuerda que al ser las Baleares una zona con reservorios el parásito se transmite también a través de otros mamíferos.
«Hace unos años por ejemplo se registró un brote importante en Fuenlabrada en Madrid y se vio que los reservorios eran las liebres», explica la experta. El estudio Phlebotomine sand flies (Diptera, Psychodidae) from Spain: an updated checklist and extended distributiones, realizado en 2022 por Daniel Bravo-Barriga, Ignacio Ruiz-Arrondo, Rosa Estrada Peña, Javier Lucientes y Sarah Delacour-Estrella, radiografía la distribución de distintas especies de flebotomos en España. En el listado, elaborado mediante una revisión de la literatura científica publicada y de los registros sobre la presencia de estos insectos recogidos por el servicio de vigilancia entomológica de los vectores de lengua azul del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España (MAPA) entre 2004 y 2021, se detectan nuevas poblaciones de Ph Ariasi en diez provincias de España, incluyendo Menorca.
El trabajo contabiliza 13 especies españolas de flebotomos, incluyendo nuevos datos de distribución para siete especies: la Leishmania infantum (confirmada como vector) y la Phlebotomus ariasi, Ph Langori, Ph mascittt y Ph perniciosus (sospechosas de serlo). En el caso de Baleares se constata la presencia del Ph Ariasi y el Ph perniciosis, no así del Ph Langeroni y el Ph Mascitti que son las especies de flebótomos menos extendidas en todo el territorio nacional.
La propagación del insecto vector nos lleva a plantearnos qué probabilidad hay de que el parásito esté viviendo en nuestro cuerpo. «Más o menos al año tenemos entre 30 o 40 casos (sumando los dos tipos) que llegan a nosotros porque tienen síntomas, son los que llegamos a diagnosticar», dice Ana Mena Ribas. «Si tienes síntomas estás con el parásito, de eso no hay duda y en principio el tratamiento consiste en matarlo y eliminarlo, aunque puede haber recidivas», añade.
No todas las enfermedades parasitarias se transmiten por vectores, hay casos en los que se transmiten directamente por contaminación fecal de agua o de alimentos sin necesidad de un vector. «Este año se ha registrado en España un aumento del número de casos de criptoforisfium, son brotes que se producen por un parásito que contamina las aguas de piscinas e incluso de consumo», relata Mena. La parasitóloga explica que «este protozoo ha causado muchos más casos que otros años en Cataluña y en Baleares hemos notado un pequeño aumento de casos a final de verano y en otoño. Llevábamos años sin ver casos y en 2023 hemos tenido unos 20 casos en dos meses».
Para Mena, puede ser en parte una consecuencia del cambio climático. «Muchos casos de enfermedades parasitarias están relacionados con el cambio climático, que favorece la persistencia y el desarrollo. No controlar determinadas aguas provoca que además se hagan más resistentes a la cloración», añade.
Además de las enfermedades parasitarias endémicas, en Baleares se vigila la transmisión de algunas enfermedades parasitarias importadas. «Hay muchas enfermedades parasitarias importadas que también tienes que diagnosticar. Es algo que está relacionado con los viajes, con las inmigración… Tenemos por ejemplo una consulta específica para el control del chagas. Solo se da en pacientes sudamericanas (principalmente de Bolivia pero también de otros países) y aunque aquí no tenemos el vector y por tanto no se puede transmitir, sí que pueden venir personas con la enfermedad que puede ser crónica y dar problemas a largo plazo», indica la parasitóloga.
En la unidad de Son Espases se trabaja, no solo para tratar a los infectados y que no lleguen a desarrollar la enfermedad, sino también para evitar la transmisión vertical de madres a hijos. Por eso se estudia a las mujeres en edad fértil o mujeres embarazadas que proceden de estas zonas. «Es un ejemplo de enfermedad no endémica que requiere de un control y seguimiento para evitar problemas a largo plazo (problemas cardíacos, digestivos….)», resume la microbióloga.
Algo parecido ocurre con la malaria, una enfermedad parasitaria grave que se diagnostica también en Mallorca. Tenemos el vector, que es el mosquito anopheles, pero no tenemos el parásito. Eso no quita que en un futuro pudiéramos empezar a tener casos autóctonos como parece que empieza a pasar con el virus del Dengue», explica.
Las enfermedades parasitarias «son en general enfermedades más olvidadas y desconocidas, no siempre son la primera opción de diagnóstico, por eso son de diagnóstico complicado», concluye.