A veces pasa. Un suceso de candente actualidad en el país de origen que ejerce de decorado invisible en la feria internacional: la fagocita, se sienta sobre su cara, reclama los focos. La delegación balear llegó a la ITB con el ‘caso Koldo' en fase de nudo y las declaraciones de Armengol resonando en el estand de la Posidonia oceanica. Los escándalos políticos desestacionalizan más que el cambio climático y, de paso, desengrasan el portaviones turístico. Y si, como en el caso de Prohens y compañía, sirven para dar en vez de para recibir, mucho mejor. Los políticos baleares posaban con su mejor sonrisa con el Mallorca Magazin y un Ultima Hora cuya portada –para qué nos vamos a engañar– les hacía gracia. El tema de moda se cuela en Berlín y las huestes populares se preguntan dónde están los socialistas, que en Fitur protagonizaron un desembarco sin precedentes como oposición. En su descargo, hay que decir que el propio Iago Negueruela ya advirtió en Madrid que solo faltaría que no pudiera criticar a gusto en su propio país, y que nunca viajaría a tierras extranjeras a poner verde a su Govern como hizo Prohens, aunque en ambos casos fuera en ferias internacionales y ante medios exclusivamente baleares.
Mientras tanto, entre risotadas con el ministro Jordi Hereu y la secretaria de Estado de Turismo, Rosana Morillo –chascarrillos del buen tiempo berlinés, nada de mascarillas– nadie se da cuenta de que Baleares flaquea en comparación con sus expositores vecinos. Se viene abajo, pero no en power points precisamente, sino en promoción de la gastronomía local. A unos metros, Málaga sirve platos de jamón ibérico; Canarias, copazos de tutti frutti. Mientras, Baleares renuncia a sus bazas precisamente en un país que idolatra como pocos las quelitas con sobrassada. ¿Dónde están, maldita sea? Más producto local de verdad y no en pantalla.
Puede que fuera eso lo que pensaba un Steve Heapy que se asomó al estand sin que nadie reparara en él, dio una pequeña vuelta y se fue con la misma discreción con la que llegó. El CEO de Jet2Holidays sí que sabe visitar Baleares sin excesos. No como los diseñadores de la ITB, que decidieron que su receta contra la masificación de ferias como Fitur sería la inmensidad: un recinto que combate la saturación a base de espacio infinito. Tanto que es imposible pasar de un continente a otro si no es con un bus lanzadera. Ojalá desmasificar una isla fuera tan fácil.