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EDUCACIÓN

Los impactos negativos de escolarizar a los hijos lejos de casa

Educació reducirá las zonas escolares de Palma, lo que incentiva el uso del coche y aumenta emisiones, además de fomentar ‘guetos', según avisan expertos

Los expertos apuestan por una red de caminos escolares seguros para que los alumnos vayan a pie. En la foto, el CEIP Aina Moll.    | T. AYUGA

| Palma |

«Escoger el centro escolar es una de las decisiones más importantes que toman las familias y la actual zonificación no permite la libre elección de centro», afirmó la presidenta del Govern, Marga Prohens, cuando en campaña electoral prometió eliminar las zonas escolares de Palma, que está dividida en ocho áreas. La Conselleria d'Educació trabaja en un decreto que prevé reducir su número de forma progresiva, aunque sin llegar a una única zona, como dijo el PP. En todo caso, escolarizar a los hijos lejos de casa, y no en un centro cercano, como establece una zonificación, tiene múltiples impactos negativos en el medio, la salud y en el aumento de las desigualdades en los centros, según advierten expertos de cada sector.

«Si puedes escoger dónde llevar a tus hijos se crean centros de primera y de segunda: los buenos, a los que todo el mundo quiere ir, y los malos, donde solo acaban yendo las familias que no pueden elegir. Además, este modelo incentiva los desplazamientos innecesarios en coche que provocan mayor contaminación y gases de efecto invernadero», explica el subdirector del Laboratori Interdisciplinari sobre Canvi Climàtic de la UIB (LINCC-UIB), Pau de Vílchez. El profesor considera que «estos viajes evitables colapsarán todavía más el tráfico» en la vía de cintura y Ciutat.

«Debemos hacer lo contrario, ir en la línea de la ciudad de los 15 minutos, que favorece el pequeño comercio porque la gente camina y compra en su barriada, cerca de casa, sin usar tanto el coche. En Pontevedra, con poco más de 80.000 habitantes, hace años que tienen este sistema, que ha permitido acabar con los accidentes de tráfico en el centro y han reducido sus emisiones», afirma De Vílchez. «Es no querer mirar la realidad de cara y, encima, el alcalde sigue ganando las elecciones», señala, porque considera que el miedo político a estos cambios sigue siendo decisivo.

El investigador posdoctoral especializado en obesidad infantil y movilidad activa, Antoni Colom, destaca la importancia de fomentar los desplazamientos a pie a los centros, sobre todo en una sociedad especialmente sedentaria. «Ir andando es lo ideal para reducir riesgos cardiovasculares entre los alumnos e incluso los padres, si los acompañan», apunta.

«No hay que confundir la libertad con el libertinaje, que afecta negativamente a otras personas», considera el urbanista Biel Horrach, y lamenta que eliminar áreas escolares repercuta en el «esfuerzo de estos años por crear una comunidad más conectada con los barrios». «En Palma se estaba apostando por construir una red de caminos escolares y ejes cívicos porque así, el alumno, podría ir andando al colegio, lo que activa el pequeño comercio: las familias pasan por delante de las tiendas y consumen en su zona. Llevando al hijo en coche, en cambio, pararás en una superficie comercial alejada de tu casa».

«¿Qué personas pueden asumir llevar a sus hijos a un colegio lejos de casa? Los que se pueden permitir el transporte privado, en coche; está claro que es una medida que no beneficia a las clases populares, que son la mayoría», reitera el maestro del CEIP Verge de Lluc y miembro de la Xarxa contra la segregación escolar en Palma, Iñaki Aicart.

«La libre elección está dirigida a una clase social concreta, que es alta», insiste, y cree que esto es un problema en una ciudad donde «los guetos ya existen» por la segregación social, que pude hacer que algunas familias saquen a sus hijos de estos centros. «Lo que hay que hacer es mejorar las condiciones de todos los colegios con más recursos y repartir equitativamente a los alumnos con necesidades de apoyo específicas y a los recién llegados, porque ahora se aglomeran en determinados centros», explica, y asegura que la clave de la convivencia está en los centros plurales. «Las conductas de odio se producen por desconocimiento de la realidad entre culturas y clases sociales. La mezcla evita esto porque los alumnos se conocen y creas una sociedad real en miniatura», concluye.

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