París, Roma, Atenas, Estocolmo, Venecia, Amsterdam, Dubrovnik, Palma, Barcelona y resto de ciudades europeas que en los meses punta del verano se ven saturadas de miles y miles de turistas, así como millones de residentes de estas capitales y ciudades, esperaban algo más del Consejo Informal Interministerial de Turismo de Palma. Anunciado a bombo y platillo el encuentro cuando todavía estaba como presidenta del Govern, Francina Armengol, al final, pese a la buena voluntad de los organizadores, la Declaración de Palma va a quedar sumida en un mar de dudas. El hecho de que el próximo año haya elecciones europeas es otro handicap a tener en cuenta, ya que la Comisión Europea afrontará en 2024 un ejercicio más que complicado a nivel presupuestario y plagado de recortes.
A priori, el efecto llamada de la cumbre interministerial en Palma parecía que iba a ser todo un éxito. La realidad, guste o no al Gobierno en funciones de Pedro Sánchez, es que no ha cubierto las expectativas. Solamente han acudido cuatro ministros de Turismo (Bélgica, República Checa, Italia y Bulgaria), ya que el resto han sido secretarios de Estado, directores generales y coordinadores. Lo más sangrante es que el ministro español de Turismo en funciones, Héctor Gómez, tras estar en Palma este lunes decidió por la noche abandonar la cumbre para asistir a la jura de la Constitución de la princesa de Asturias, Leonor de Borbón. Algo inexplicable e injustificable o, quizás, algo premeditado por las ausencias notables de ministros.
El Gobierno ha dejado en manos de la secretaria de Estado de Turismo en funciones, Rosana Morillo, el desarrollo del evento y hay que decir a su favor que, por lo menos, ha sabido dar la cara, dar explicaciones lógicas sobre los objetivos de la reunión y poner encima de la mesa una hoja de ruta para los países de la UE en materia de sostenibilidad y de regulaciones turísticas, en el que prima sobre todas ellas, por su rabiosa actualidad, todo lo relacionado con las viviendas vacacionales y el alquiler turístico ilegal. La oferta hotelera está más que controlada, pero no así el alquiler turístico que ha tenido en Mallorca y resto de islas un crecimiento exponencial tras la pandemia.
El ministro de Turismo y canario, Héctor Gómez, ha hecho aquello del vini, vidi, vici, aunque a la española y en plan quijotesco. Quizás su presencia no era relevante o quizás, también, hizo los deberes este lunes en las reuniones sectoriales mantenidas en el Hipotels Playa de Palma Palace, en el que sí estuvo presente el presidente de la Organización Mundial del Turismo (OMT), Zurab Pololikashvili.
Hay una preocupación general en la industria turística europea de medir la carga en los destinos vacacionales y mantener un complejo y difícil equilibrio entre la afluencia de visitantes, sean o no extranjeros, y la calidad de vida de los residentes locales. Lo sucedido en los meses punta de verano de 2022 y, especialmente, durante este verano, no deja duda alguna de que la saturación es algo más que un simple problema. ¿Cómo se puede atajarla de raíz? La única forma son las regulaciones normativas y restricciones de todo tipo, porque al margen de que esta industria propicie crecimiento económico, riqueza, creación de empleo y estabilidad laboral, hay en el trasfondo un factor distorsionante que pone en peligro su futuro en caso de que no se apliquen medidas drásticas a nivel comunitario. La cumbre interministerial, esté o no descafeinada, busca al final una Declaración de Palma que pese a no ser vinculante marque una ruta a los destinos más saturados.
Los términos de sostenibilidad, digitalización, circularidad y masificación-saturación se han utilizado de manera generalizada estos dos días, pero hay otro factor que va a mediatizar las estrategias de de todos los países por la geopolítica turística. Los conflictos bélicos, en este sentido, van a mediatizar muchas actuaciones empresariales. La guerra entre Rusia-Ucrania, que en febrero cumplirá dos años, no ha afectado como se esperaba, pero la gran incógnita es saber qué ocurrirá en el tiempo con la guerra entre Israel y Hamás en Gaza. Aquí si que puede haber un efecto dominó en todo el Oriente Próximo y en los países turísticos más próximos, caso de Turquía, Egipto y Grecia.
La Declaración de Palma puede quedar en agua de borrajas en caso de que el conflicto bélico israelí con Hamás vaya a más. Los touroperadores alemanes y británicos ya están haciendo cuentas y preparando sus estrategias de cara al próximo verano. Apuestan por los destinos refugio y seguros, en el que Mallorca y resto de islas ocupan una posición privilegiada. Ante esta potencial coyuntura, la sostenibilidad turística volverá a quedar en un segundo plano y no se descarta un verano 2024 con más saturación y masificación que nunca.
Urge por ello que el Govern ultime de una vez la nueva Ley General Turística y que el Consell de Mallorca y el Ajuntament de Palma acuerden medidas concretas y radicales contra el alquiler turístico ilegal. Aquí está el nudo Gordiano para evitar unas Islas saturadas, con pérdida de calidad de vida para los residentes y malestar general en la sociedad balear. El mundo empresarial va por otros derroteros y defiende lo suyo a ultranza, como así sucede con el sector hotelero, pero también es consciente de que el descontento de los turistas por no contar con servicios adecuados va en perjuicio de sus cuentas de resultados en un futuro. De momento, el verano 2024 se presenta, a falta de cómo evolucione la geopolítica, con récords de visitantes, ingresos y, también, con el alquiler turístico vacacional a pleno rendimiento.
La Declaración de Palma es una solución y esperemos que no quede en una simple utopía.