El secretario general de Vox, Ignacio Garriga, trata de quitar hierro a las dos crisis en la que está sumido el partido, la interna del grupo parlamentario y la externa en sus relaciones con el PP. Lo hace apenas 48 horas antes de reunirse con la cúpula de Baleares para tratar de salir del atolladero en que se han metido ellos solos por una simple proposición no de ley, una mera declaración de intenciones que ni tan siquiera obliga al Govern.
No se sabe qué pasará en esa reunión prevista para mañana pero algunas fuentes señalan que la dirección nacional está sondeando uno por uno a los diputados de la formación en el Parlament para ver en qué bando está cada uno. Hay fuentes que apuntan a que ese sondeo es más bien un recuento: quieren saber cuántos se mantienen fieles a la tutela de Madrid y cuántos van por libre.
La cifra mágica es cuatro. Son los que se necesitan para cumplir su pacto y que Marga Prohens mantenga la mayoría absoluta. Si la dirección se asegura de que cuatro de los ocho diputados siguen la disciplina nacional, no hay que descartar que haya represalias hacia los otros cuatro. Eso explica que, en los últimos días, se hayan ido reconfigurando las posiciones en el grupo parlamentario de Vox. A los dos incondicionales iniciales, Gabriel Le Senne y Xisco Cardona, ya hay que sumar a Patricia de las Heras, que asistió desencajada al choque de trenes entre Madrid y Balears.
Hay dudas con la postura definitiva de otra diputada, María José Verdú, lo que deja el resultado aún incierto. ¿Habrá ruptura total o se reconducirá finalmente la crisis? Eso es algo para lo que todavía no hay una respuesta clara, pero hay que recordar cómo se las gastan en Vox con todo aquel que eleva una voz crítica a los designios de la dirección nacional.