Marian Roches es una de las dos mujeres que ayer arrancaba su Vespa clásica naranja. Con 18 años, ya tenía este tipo de scooter en su casa. «Es una motocicleta que me da viabilidad. No corre, pero llega a los sitios», dijo ayer minutos antes de salir desde Son Rapinya junto a medio centenar de personas que participaron en Sa Volta a Mallorca, que organiza el Borinos Scooter Clàssic Club Mallorca cada año.
Esta es la decimosexta edición y al menos el buen tiempo acompañó a los aficionados en su recorrido por la Isla desde las 09.00 horas hasta la noche. Pasaron por los pueblos más simbólicos de la Sierra de Tramuntana hasta dibujar los pasajes más bonitos del Llevant y Mitjorn. En total, hicieron cinco paradas para repostar y para comer. Entre los asistentes, también participaron algunos menores. Durante las primeras horas, un joven sufrió un accidente pero se recupera favorablemente.
Pandemia
Para los miembros del mítico Club de aficionados a las Vespas clásicas de Mallorca, la pandemia marcó un antes y un después en estos tradicionales encuentros. «Han bajado los inscritos desde entonces. Se ha sumado la inflación que ha hecho subir el precio para participar», apuntó el vicepresidente de la entidad Joan Martorell.
Pero eso no quita importancia al sentimiento que hay hacia estos scooters. «El Club se formó por varios amigos y hoy somos centenares. La vespa tiene algo especial», dijo Martorell, que espera que con el tiempo sume más participantes, «sobre todo jóvenes».