Las escuelas de verano son un pequeño oasis temporal para la infancia más vulnerable. Un refugio en el cual los niños pueden disfrutar del tiempo de ocio sin que se cuestione quiénes son o de dónde vienen. Pero ha aparecido un nuevo perfil a raíz del incremento de la pobreza en Baleares: el trabajador pobre.
La Fundació Pere Tarrés ha entregado este verano 200 becas y no han sido suficientes para llegar a todas las familias que han solicitado esta ayuda para sus hijos. «Nos hemos encontrado este año familias nuevas empobrecidas que si antes estaban al límite económico, y no necesitaban becas, ahora son más susceptibles a las ayudas», expone la delegada de la fundación en Balears, Maribel Trujillo.
El perfil de trabajador pobre ha aumentado entre el total de solicitantes, con lo cual ha dificultado más dar respuesta al alud de peticiones. De hecho, esta situación se ha repetido también en las inscripciones a los centros educativos que Pere Tarrés tiene en Balears durante el año. El número de solicicantes se ha disparado un 30 % pero, de nuevo, el presupuesto no ha sido suficiente para beneficiar a todos.
Verano «libre»
Durante julio, la Fundación Pere Tarrés acogió a 200 niños de 6 a 16 años, repartidos en tres colegios de Palma, y han intentado «desarrollar sus competencias y sentirse libres, iguales a los demás», destaca Maribel Trujillo sobre el objetivo de la escuela de verano, ya que considera fundamental que ellos mismos «jueguen, hablen y generen más autonomía».
En agosto, un número más reducido disfrutan de unas colonias en Binicanella, además de distintas actividades en municipios como Pollença donde la entidad trabaja con la infancia y la adolescencia en situación de vulnerabilidad. El presupuesto destinado para cubrir estas becas ha sido de 70.846 euros, dinero que proviene de donaciones particulares, de empresas y de campañas anuales que realiza la fundación.