Castillos hinchables, tartas personalizadas, aprender a montar a caballo, viajes a Port Aventura y robots que disparan con pistolas de aire para amenizar la celebración. Todo es posible, todo está al alcance de la mano si uno quiere. Así son las comuniones en la Mallorca post COVID. Es un negocio que no deja de aportar grandes dividendos y las empresas de eventos han tomado buena nota. Lo asegura Maribel Alguacil, representante de la junta de 'Mi comunión Mallorca', una asociación de proveedores que desde hace cinco años se ha especializado este tipo de celebraciones e incluso organizan showrooms: «Las comuniones se han convertido en auténticas minibodas».
La tendencia ya existía antes de la pandemia, pero la era post COVID ha hecho que muchos padres tiren la casa por la ventana para que sus pequeños, sobre todo los que tuvieron que posponer su comunión por las restricciones, disfruten de este día. «Hay todo tipo de celebraciones, pero las comuniones habituales de ir a comer y un payaso para amenizar ya no se estilan. El envoltorio de la fiesta ha cambiado. Ahora son superfiestas, y los progenitores priman los servicios complementarios al banquete», explica Alguacil.
En este sentido, apunta que las familias «optan por menús más básicos, pero alquilan fincas para celebrar la comunión, no escatiman en la mesa dulce para los niños, tartas personalizadas, incluso barra libre para los padres... por no hablar del entretenimiento para los niños invitados -enumera Maribel Alguacil-. La oferta se ha multiplicado, especializado y diversificado: talleres con magos al más puro estilo del mundo Harry Potter, robots con pistola de aire seco que bailan, circuitos tipo Humor amarillo, traen caballos para que los asistentes más menudos aprendan a montar o castillos hinchables. Todo está al alcance. Y lo piden, vaya si lo piden».
Los invitados también apuestan por regalos más caros, en grupo y de común acuerdo. Ahora está de moda que los padres de los niños de la clase se junten para sorprender al protagonista del día: viajes a Eurodisney, un fin de semana para toda la familia en Port Aventura, un tour por el Santiago Bernabeu o por el Camp Nou, son los regalos de comunión que más se estilan. Olvídese de la típica estilográfica de antaño o la cámara de fotos, ahora se llevan las escapadas familiares. Todo evoluciona.
Saquen la calculadora, hagan números y échense a temblar. Hay padres que prefieren recortar del menú, pero el banquete, dependiendo del número de invitados, nadie te quita que te cueste entre 800 y 3.000 euros. Algunos optan por montar la mesa dulce ellos mismos, nadie prescinde de este servicio, que rondaría los 200 euros la más básica sin contar la decoración, contando unos 200 gramos de caramelos por niño. Seguimos sumando. La tarta personalizada unos 100 euros; el precio de la animación infantil, por ejemplo, entre los 400 y los 600 euros por dos o tres horas de trabajo, pero todo depende del número de niños y de los monitores que haya que contratar; la barra libre para agasajar a los padres... «La salida del cole en los últimos meses ha sido una competición de madres por quién da más», aseguran desde Mi comunión Mallorca.
¿Les ha explotado la cabeza? Piensen ahora en los recordatorios, la decoración de las mesas, que también la hay, el detalle para los invitados... y la ropa para el niño o niña que hace la comunión, que también ha evolucionado y se adapta a las 'excentricidades' que piensan los padres para el día señalado. Lo explica Carmen Fernández, propietaria de la veterana tienda especializada en ropa de comunión La casita de Sofía, en Palma: «Los vestidos más 'armados' de antes ya no se llevan, ahora se estila la ropa sencilla confeccionada con tejidos prácticos, livianos para el calor, para jugar y montar a caballo, que nos lo recalcan mucho. Materiales como el organdí para los vestidos de las niñas están prácticamente desaparecidos, y los trajes de marinero y almirante para los niños los pide muy poca gente ya», detalla Fernández
Baleares es un caso especial. Mientras que en la mayor parte de comunidades del país las comuniones se condensan entre mayo y junio, aquí comenzamos en abril con la comunidad alemana y llegamos hasta septiembre y octubre, cuando la celebran los hijos de la gente que trabaja en el sector servicios, y así puede juntarse toda la familia. «Acabamos en esas fechas y en noviembre ya estarán haciendo los padres las reservas de 2024», explica la propietaria de La casita de Sofía.
Lo que no le extraña a esta mujer es que una comunión pueda costar entre 3.000, 5.000 y hasta 10.000 euros: «Hemos adaptado los precios a las necesidades o intereses de los compradores. Nuestros trajes rondan entre 150 y 220 euros, pero los padres se dejan unos 2.000 euros en un fotógrafo que inmortalice el día de la comunión de su pequeño. Es la tendencia, es lo que hay», finaliza Carmen Fernández.