En el año 1964, un puñado de chinos, procedentes de diferentes pueblos colindantes a Shanghái, se desplazaron hasta Hong Kong para salir del gran país hacia Europa. Este pequeño grupo eligió España y trajo consigo el arte de las telas de Shanghái, los mejores para hacer trajes. «Los americanos que venían de vacaciones a la Isla solo buscaban nuestros trajes. Cada vez que desembarcaban, mi tío Loman Cheng les esperaba en el puerto. Entraba en el crucero, tomaba las medidas a esto extranjeros y se volvía a Barcelona, donde vivía. Encargaba el material a China. Cuando regresaban por vacaciones les entregaba el pedido», rememora Thung Shing, el chef que regentó el primer restaurante chino en Mallorca, el Mandarín.
Como Thung Shing, Mallorca fue desde los sesenta y hasta mediados de los noventa el santuario de los primeros asiáticos que trajeron revolucionarios, pioneros y que en poco tiempo se replicarían. No podemos hablar de comunidad china hasta finales de los noventa. Si los primeros locales que había se enfocaban a la gastronomía, a principios de los 2000 aparecieron los primeros bazares y tiendas de ropa made in China hasta tener, en la actualidad, inmobiliarias o prensa asiática.
En Balears, la comunidad china supera las 12.000 personas y la gran mayoría proceden de la provincia de Zhejiang.
El tío de Thung Shing mantuvo este negocio textil desde 1964 a 1967, cuando escaseaba cada vez más la visita de americanos en cruceros. Era hora de pensar nuevos negocios. Loman Cheng estuvo casado con una catalana y pensó enseguida que un restaurante sería la solución a su estabilidad. Así nació en Mallorca el primer restaurante chino. Thung Shing estaba trabajando en un prestigioso hotel en Munich como chef cuando su tío le llamó para que llevara la cocina. «Él no tenía ni idea de cocinar». Recuerda que los primeros años no entraba clientela local, sino solo alemanes, americanos e ingleses, «y residentes extranjeros de Son Vida». Para los españoles, la comida china era algo nuevo», dice Thung Shing, que desde ese momento llevó al éxito el restaurante que ya cerró en 2017.
Entre los años setenta y ochenta apenas se veían chinos paseando. Wenmin Ye llegó a España a principio de los ochenta para trabajar. La mayoría de inmigrantes que llegaban a Europa y a Estados Unidos viajaban desde Taiwán, Hong Kong y Pekín. «En esos años, casi todos los chinos venían a España para trabajar en la hostelería», asegura. En Mallorca aterrizaría en 1987. Actualmente es el propietario del King Wok y fue uno de los primeros vecinos chinos del barrio Pere Garau, que no se instaló hasta 1998. «Apenas veía chinos por la calle, pero sí recuerdo que ahí se abrió la primera tienda de ropa, en la calle General Ricardo Ortega. En ese momento, Pere Garau era un barrio muy feo para los mallorquines», puntualiza este empresario.
Los locales ‘todo a cien pesetas' fue inspiración para los asiáticos recién llegados a España y para Yinkang Zhan en Mallorca. En el año 2000 abrió el primer bazar y desde ese momento, la proliferación de negocios similares no ha parada hasta nuestros días. Su negocio permanece intacto en la calle Cotlliure. «El objetivo era que los mallorquines tuviera una tienda asequible». Y así fue.
Pero el currículum profesional de Yinkang, procedente de Zhejiang, comenzó en Pekin donde empezó de cocinero. Luego pasó tres años en Budapest hasta que llegara a la Isla. «El mismo día que llegué conocí a mi mujer». Su mujer es la primera abogada china de Mallorca. Aquí todo va de primeros. Al mismo tiempo que este empresario, de 45 años, abrió el bazar, también sacó adelante un restaurante japonés en la calle Francesc Suau. La apertura de nuevos negocios, confiesan estos empresarios, no era fácil para los extranjeros. Y aunque desde finales de los noventa la llegada de asiáticos era cada vez mayor, la situación actual se ha revertido: «Los chinos ya no quieren venir a España, China ha mejorado más».