La menopausia no pasa desapercibida en la vida de las mujeres. En mayor o menor medida, lo habitual es que genere algunos síntomas. La doctora María José Bermúdez Gutiérrez describe que «la intensidad de la sintomatología es muy variable, desde mujeres asintomáticas a cuadros severos con afectación significativa de la calidad de vida. Durante la transición menopáusica, los síntomas más frecuentes son el sangrado frecuente o excesivo y el inicio de sofocos. Posteriormente, el hipoestrogenismo provoca a corto plazo síntomas vasomotores y del estado anímico; a medio plazo, atrofia genitourinaria; y a largo plazo, osteoporosis e incremento del riesgo cardiovascular».
Bermúdez precisa que «los sofocos son el síntoma menopáusico más común, tanto durante la perimenopausia como la menopausia (también conocidos como síntomas vasomotores). La desarrollaran hasta un 80 % de las mujeres, aunque solo un 20 % solicitará atención médica». Por su parte, matiza que «la sequedad vaginal, dispareunia (molestias con las relaciones) y, a veces, disfunción sexual, son más frecuentes durante la transición menopáusica tardía y los años posmenopáusicos. Se trata de síntomas de atrofia genitourinaria, que están provocados por la disminución de los niveles de estrógenos y del flujo sanguíneo al área genital».
La citada doctora subraya que otra de las consecuencias es la osteoporosis. «Después de la menopausia hay una pérdida acelerada de la densidad de masa ósea, que se traduce en un aumento del riesgo de osteoporosis y consecuentemente del riesgo de fracturas». También se incrementa el riesgo cardiovascular. «Después de la menopausia el riesgo cardiovascular aumenta progresivamente, en parte, debido al déficit de estrógenos y los cambios del perfil lipídico que se inician en la perimenopausia», explica.
Riesgo de depresión
Algunos estudios longitudinales en EEUU han demostrado que existe un aumento significativo de riesgo de depresión de nueva aparición en las mujeres durante la transición menopáusica, en comparación con sus años premenopáusicos. Este riesgo disminuye, posteriormente, en la posmenopausia temprana. Esta asociación es más marcada para las mujeres con antecedentes depresivos o con un problema del estado de ánimo previo. El manejo de la depresión de la paciente depende de la gravedad de sus síntomas y de si tiene sofocos coexistentes». Sin embargo, otros estudios no han confirmado esta asociación en pacientes sin antecedentes de depresión o alteraciones del ánimo previo.
Otro de los síntomas más frecuentes son las alteraciones del sueño, que aparecen hasta en un 38 % de féminas durante la perimenopausia. «A menudo se asocian con los sofocos nocturnos. También se ha relacionado la menopausia con una variedad de síntomas (pérdida de memoria, dolores musculares y articulares, etc.), que los estudios epidemiológicos relacionan con múltiples causas (envejecimiento, factores endocrinos, genéticos, psicosociales, culturales, de comportamiento)».
Una creencia muy extendida es que produce sobrepeso. Sin embargo, Bermúdez lo niega. «La menopausia no produce sobrepeso, lo que sucede es un cambio en la composición corporal con un aumento del componente graso con tendencia a la acumulación abdominal y una disminución del tejido muscular».