Varios capítulos de Patria –la controvertida novela de Fernando Aramburu sobre ETA y el escenario siguiente a su renuncia a la lucha armada, el 21 de octubre de 2011– transcurren en Mallorca.
Un personaje de la novela, Arantxa –hija de Miren, madre del etarra que asesinó al marido de Bittori, su mejor amiga en el pasado– sufre un ictus cuando conducía su coche a la altura de Manacor, queda impedida, una amiga la lleva a una casa de Palmanova y ahí escucha la detonación de un explosivo. Es julio de 2009 y ETA ha puesto una bomba en la que han muerto dos guardias civiles. Miren, la madre (que consigue llegar a la Isla desde Bilbao) dice, en algún momento, que unos días los muertos son de un lado y otros, de otro.
Hasta ahí la ficción. La realidad es que ese atentado se produjo; que ocurrió en Mallorca, junto a un cuartel de Palmanova, el 30 de julio de ese año 2009; que fueron asesinados dos guardias civiles –Carlos Sáenz de Tejada y Diego Salvá, este último mallorquín– y que esa fue la última vez que ETA mató en España. Aún pasarían dos años para que la banda terrorista anunciara, en un histórico comunicado, el fin de la violencia. El próximo miércoles se cumplirán diez años de aquello.
Igual que una novela –que el padre de Diego Salvá, el hoy diputado de Vox por Balears, Antonio Salvá no ha leído ni quiere leer– une Mallorca con ETA, también lo hace la realidad. Pero no únicamente por el atentado del 31 de julio de 2009 y las réplicas, aunque sin muertos ni heridos, que se produjeron en los días siguientes. ETA, unos años antes, estuvo a punto de atentar contra el entonces rey Juan Carlos. Fue en agosto de 1995.
Hay más puntos de conexión entre Mallorca y ETA pero ninguno con la trascendencia del atentado de Palmanova ni con el intento de disparar contra el Rey que veraneaba en las Islas.
Las detenciones
Era 9 de agosto de 1995, cerca de las once de la noche, cuando desde la Delegación del Gobierno se convocó una rueda de prensa urgente. Ni móviles, ni sms ni grupos de whatsapp: la policía había detenido a Juan José e Iñaki Rego y a José García Sertucha, bajo control desde días atrás y que se habían desplazado hasta Mallorca y alquilado un piso en un bloque de Portopí próximo a donde tenía una casa una hermana del entonces Rey, ‘doña Pí'. A poco más de 200 metros atracaba el Fortuna. El atentado, eso se supo después, estaba previsto para unos días después, para el 13 de agosto.
Presos en Palma
Lo que pudo ser un regicidio y los últimos asesinatos de guardias civiles antes del adiós a las armas (del que se cumplen diez años) son los episodios fundamentales de la huella de ETA en Mallorca. Pero ha habido otros. Incluso –eso sucedió en 1989– se anunció el traslado de diez etarras a la cárcel de Palma. Finalmente no fueron tantos pero sí hay constancia de que tres (Josean Kortadi, Iñaki Rigui y Joan Bilbao) tuvieron tiempo de organizar una fuga. Una fuga que se abortó.
También en 1991, un supuesto grupo de apoyo a ETA, Eusko Ekintza, se atribuyó la colocación de un explosivo de un automóvil en la Porta des Camp de Palma, junto a las entonces viviendas militares. También se investigó un coche abandonado en la Platja de Palma. Ahora todo eso es historia aunque siga el debate político sobre el fin de ETA.
Antonio Salvá: «Policialmente, ha sido vencida; políticamente, no»
«Policialmente, ha sido vencida pero políticamente hablando, ha ganado. Los herederos de ETA están en las instituciones y se sientan a diez metros de mí», asegura el diputado de Vox Antonio Salvá, padre de uno de los guardias civiles muertos en el atentado de Palmanova. No ve el momento de repetir el abrazo entre Miren y Bittori que cierra Patria.
Asegura que eso «es algo muy personal» pero añade que, en su caso, no se dan las condiciones y que ni siquiera se sabe con certeza «quienes son los asesinos». En su opinión, ETA no ha pedido perdón ni reconocido que se equivocó en su estrategia.