La evolución de la erupción volcánica en la Palma (Canarias) se sigue con expectación desde Mallorca. Pedro Robledo, responsable de la delegación en Palma del Instituto Geológico y Minero de España, asegura que todavía es pronto para conocer el alcance real de este episodio y cómo se desarrollará en las próximas horas, en las que podrán manifestarse algunas consecuencias como la lluvia ácida aunque más bien en clave local. «Sus efectos pueden alargarse durante semanas», advierte.
«Es un momento temprano para saber qué sucederá. Lo que comunican los expertos que trabajan sobre el terreno es que la situación ahora es estable, no parece que haya datos que indiquen que la cosa se complicará más», algo que aliviaría a las personas que gestionan esta catástrofe ambiental in situ.
Robledo asegura que los sistemas de vigilancia y los sismógrafos de los organismos públicos ya habían detectado un aumento significativo de la actividad bajo la corteza terrestre en la Palma; sin embargo es imposible predecir cuándo será el momento exacto en el que la tierra se quiebre y afloren el magma, los gases y la columna de cenizas.
No obstante la previsión es útil, porque permite avisar a la población con antelación, y ello a su vez propicia el éxito en las evacuaciones.
En todo caso, la de Canarias es una erupción relativamente 'pacífica', a pesar de haber arrasado cientos de domicilios y propiedades. Según el profesional, la de la Palma es una «erupción estromboliana, de las menos virulentas y eso es una buena noticia, ya que en principio no dejará daños personales». Ese tipo de erupción se caracteriza por incorporar periodos de 'tregua' entre una explosión y otra.
«Hace décadas una persona murió en el archipiélago al acercarse a la brecha» tras una erupción, recuerda el geógrafo, que añade que los gases como el dióxido de azufre y el dióxido de carbono representan un peligro para la salud en la zona más inmediata a las bocas. Por eso conviene seguir siempre las indicaciones de no acercarse más de lo debido.
Los daños materiales y en infraestructuras centran el balance y la preocupación de las autoridades y damnificados, quienes esperan que el episodio cese ahí. «La columna de ceniza que se alza hacia el cielo no es comparable a la que se produjo en su día en Islandia», remarca el experto, por lo que por ahora el tráfico aéreo en las Islas Canarias no parece comprometido.
En 2010 el Eyjafjallajokull entró en erupción y la gigantesca nube de humo que generó detuvo el tráfico aéreo en toda Europa. Sin embargo queda casi descartado un escenario como aquel.