Hay sonrisas que engañan porque, tras de sí, se esconde un dolor inexplicable, una «apisonadora que te lleva por delante»; «lo peor que me ha pasado en la vida porque me ha quitado la ilusión de ser madre». Hay miradas que esconden, incluso, una enfermedad impredecible, «punzante, aguda o incapacitante. Como si te pincharan y te quemasen a la vez, como si dentro te pusieran una plancha caliente». Su nombre es endometriosis y su condición, una tormenta que barre todo.
Para Tamara G., de 33 años, quien prefiere no mostrarse, lo más duro le sucedió durante una consulta al ginecólogo. En 2008 le vieron unos quistes en los ovarios, con lo que el primer diagnóstico fue «que me metían al quirófano. Se esperaban que fuera un cáncer de ovarios y me dijeron que me rajarían la barriga, que saldría vacía de ahí. Mi madre dijo si se podía ir más poco a poco con todo esto. Y el ginecólogo le contestó: ‘señora, ¿usted quiere que su hija tenga la barriga bonita o que esté viva?'».
Si le preguntan cómo recuerda ese momento, Tamara diría que «todo quedó en un susto» porque fue por cirugía laparoscópica y no tenía cáncer. Desde esa fecha toma anticonceptivos. No puede dar un titular para resumir la endometriosis, pues su caso es peculiar porque no sufre dolores, como sí otras mujeres. «No sé si es gracias a la operación o a los anticonceptivos», pero sí cree que «la enfermedad me ha destrozado la vida».
La doctora y jefa de la sección de Obstetricia y Ginecología del Hospital Son Espases, Anna Torrent, explica esta enfermedad como «la presencia de tejido del endometrio [capa interna que recubre el útero] que se desarrolla fuera del lugar habitual». En la mayoría de los casos se localiza en ovarios y útero aunque puede afectar a otro órganos.
El mal dolor de regla
La regla es el enemigo principal para las mujeres con endometriosis. Incluso así lo expresan: «Me da pánico que me baje la regla». Los médicos aconsejan el consumo ininterrumpido de anticonceptivos hormonales para evitar el sangrado y mantener la enfermedad en un estado «lineal».
Nashira Sánchez, de 32 años, es la delegada balear de la Asociación estatal de Afectadas de Endometriosis (ADAEC). Narra al otro lado de la pantalla, desde su casa en Ibiza, que lleva 18 años dando vueltas por los médicos sin una solución efectiva. Tenía trece cuando empezó a experimentar dolores infernales en cada menstruación, además de otros síntomas como el cansancio.
A pesar de una etapa de «dolencias crónicas», no fue hasta noviembre de 2020 cuando le dieron nombre. «Me tenían que quitar el ovario. Recuerdo que, al principio, llegué acojonada porque lo que me dieron a entender es que era algo malo, un cáncer».
Precisamente, llaman a esta enfermedad el «cáncer blanco» porque actúa de manera similar sin llegar a generar tumores malignos. Según la doctora Torrent, existen varios grados de endometriosis que van del leve, moderado, grave y severo, siendo este último el más agresivo.
A Nashira le afecta directamente a los nervios, por lo que va coja de una pierna y se sostiene con un bastón. Pasó de ser una persona «muy activa, de hacer ejercicio, a no poder tener ni relaciones sexuales con mi pareja porque me duele. No puedo tener un orgasmo sola porque me duele. Mi vida ahora es estar en casa, estar tumbada y ser incapaz de agacharme porque me duele». Tras la operación, sin embargo, ha mejorado. Le despegaron otro quiste, de cuatro centímetros, incrustado en el recto.
Casos en Baleares
La doctora Torrent asegura que la endometriosis llega de varias formas y grados de afectación. Aparece en mujer en edad reproductiva (18-44 años). De hecho, alrededor del 15 % podría desarrollar la enfermedad. En Baleares, aproximadamente hay 30.000 mujeres afectadas, de las cuales un 20 % presenta casos graves. Recomendar una alimentación saludable y métodos anticonceptivos hormonales son un primer escalón terapéutico que puede apaciguar la dolencia.
A Caty Vadell, de 45 años y de Santa Maria, la enfermedad le ha arrebatado la ilusión de ser madre. Fue diagnosticada en 2003 tras un primer episodio de dolor «que me dejó paralizada de cintura para abajo», recuerda. Sin tener ni idea de lo que era, su médica le dijo que debían operarla. Presentaba quistes de unos seis o siete centímetros en cada ovario. «En esos años no se había estudiado mucho. Me hicieron una cesárea, en lugar de laparoscopia».
Le advirtieron de que podría influir en la fertilidad. Tras la operación, Caty tuvo un periodo largo de estabilidad y calma. Luego dejó las pastillas para ser madre: «Lo intenté hasta tres veces. Me quedé embarazada con la fecundación in vitro, pero tuve un aborto. Tenía 40 años. Al final, este proceso solo consiguió alimentar mi enfermedad», dice entre lágrimas.
En 2020 volvió al quirófano porque su endometriosis empeoró. El pasado 9 de junio tuvo que regresar, otra vez, al hospital por secuelas de la anterior cirugía. Se encuentra bien.
Cristina Moreno, de 43 años, resume su mal como una «pesadilla». Sufre el grado cuatro y está localizada en el recto y en el intestino. Desde que le vino la primera regla afrontaba dolores «insufribles». A pesar de ello, asegura que «mi umbral de dolor es muy alto, así que tengo que padecer algo muy grande para quejarme». En su caso se lo diagnosticaron hace más de diez años. El 19 de febrero de 2020 pasó por el quirófano, con la información anticipada de que podría dificultarle el ser madre. Pero lo consiguió a los tres meses. «Por lo que veo, esta enfermedad actúa de forma distinta en cada una. Siempre recomiendo que cada mujer se fije en su situación».
Antes de la operación probó todos los métodos hormonales por haber sin éxito. Le han extirpado el útero y el ovario izquierdo. «Es verdad que ahora no tengo tanto dolor, pero sí siento molestias cuando me levanto».
Alimentación
Aunque no hay estudios o evidencia científica, sí se ha visto que una dieta rica en antioxidantes, omega 3 o en aceite de oliva ha ayudado a muchas mujeres con endometriosis a sobrellevar la enfermedad.
Mónica Rodríguez, de 40 años, es exigente con la alimentación y gracias a ello se encuentra mejor y menos hinchada –otro de los síntomas frecuentes que provoca la endometriosis, sobre todo en la zona del vientre–. A ella se lo diagnosticaron cuanto tenía 30 años. También comenzó con dolores menstruales desde su primera regla. El detonante fue en un viaje a Formentera con quien es ahora su marido: «Empecé a tener pinchazos fuertes, incluso dolencias durante mis relaciones sexuales. En urgencias me encontraron un endometrioma de cuatro centímetros en el ovario izquierdo».
No podía operarse porque la longitud del quiste era pequeño. «Una de las opciones que me dieron era que me quedara embarazada o que utilizara un DIU. Mi sorpresa fue que, tras ponérmelo, empecé a tener más quistes y dolencias». A pesar de ello, no tuvo el valor de quitárselo. «Se me llegaron a reproducir quistes que sumaron en total hasta 20 centímetros», y le diagnosticaron endometriosis profunda, que es la que «más cuesta encontrar y toca a muchas terminaciones nerviosas». Tras la esperada operación, buscó ser madre. Mónica lo consiguió, a pesar de las adversidades y una migraña crónica derivada de su enfermedad. El embarazo fue «la época más feliz de mi vida».
La parte psicológica es otro hándicap para ellas. Si ya de por sí «es una enfermedad dura, que avanza», han tenido que soportar la incomprensión social y frases como «los dolores de regla son normales» o «eres muy quejica».
El apunte
El 80 % de las pacientes con endometriosis llegan a consulta por dismenorrea
La doctora y jefa de la sección de Obstetricia y Ginecología de Son Espases, Anna Torrent, asegura que el 80 % de las pacientes víctimas de la endometriosis acuden a la consulta por dismenorrea, un dolor menstrual muy intenso localizado en la zona pélvica y abdominal. Otro de los motivos más comunes es por dolor pélvico crónico, que no solo aparece durante la regla, sino antes o después. Finalmente, otro síntoma a justificar la enfermedad es la esterilidad. De hecho, «entre el 30 o 40 % de estas mujeres podrían tener esterilidad», informa la doctora. Por otra parte, la endometriosis tiene relación con la adenomiosis, que es la presencia de células del endometrio que se desplazan fuera de su sitio. Los síntomas son muy parecidos y se diagnostican ambas a la vez.