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Los supervivientes de la calle Sant Miquel

Bordados Valldemossa es la última tienda que sigue vendiendo punto mallorquín.

| Palma |

La calle Sant Miquel de Palma ha mutado en tantas ocasiones que los históricos del lugar tienen un larguísimo listado de los comercios tradicionales que acabaron cerrando. Quedan unos pocos, eso sí, que resisten la embestida de los altos precios de los locales y la jubilación.

En 1932, la joyería Pedro Miró (ahora en Sant Miquel 65 y 53) abría sus puertas en un pequeño portal. Luego dio el salto a los nuevos locales que le permitieron expandir su negocio. Según Pedro Miró, ha habido muchos cambios, tanto en la calle como en la clientela. «La gente ya no valora tanto el arreglo de piezas, salvo que sea una herencia de padres o abuelos, tanto en relojes como en joyerías», señala.

La joyería ha visto como se perdía la clientela de turistas que inundaba Sant Miquel, «nos dedicamos ahora a los residentes. No contamos ni con turistas ni con el trabajador de la hostelería. Ya no se venden perlas de Majorica», dice Miró, que reconoce que «si no fuera por mis hijos, ya habría cerrado. Es muy duro».

Miró tiene asegurada la continuidad con la tercera generación. Su hija Patricia es licenciada en Gemología, mientras que sus hijos Pedro y Estefanía están en la tienda. «Mientras haya salud no habrá jubilación», dice.

Sucesores

En Teixits Bellver ya van por la tercera generación. Al frente está ahora mismo María Teresa Lladó. Inaugurada en 1937 por el abuelo Rafael Lladó, le siguió su hijo, también llamado Rafael, y después su hija María Teresa, que advierte que «de momento no pienso en jubilarme». De hecho, su padre siguió visitando la tienda pasados los ochenta años, demostrando que el comercio es un estilo de vida. El establecimiento histórico empezó «vendiendo tela por metros» y lleva años especializado en ropa del hogar y uniformes de colegio.

La mercería Plovins es un clásico de Sant Miquel. Abierta en 1947 por Antonia Servera y Juan Plovins, ahora sigue la tercera generación: Antonia y Juan Plovins. Este último permanece en la tienda y reconoce que «en cinco años me jubilo» sin continuidad familiar. Empezó en la tienda hace cuarenta años y ha visto la transformación de la zona.

«Vendíamos al por mayor y al detalle a todos los pueblos de Mallorca. Ahora ya no queda comercio antiguo» y añade que «sin turismo, la calle está muerta».

Hace justo ahora medio siglo, el 5 de abril de 1970, Juan Binimelis abrió las puertas de Bordados Valldemossa (Sant Miquel, 26). «Me pareció que era el pueblo más bonito de la Isla», explica el comerciante, que a sus 82 años sigue al pie del cañón y no tiene ninguna intención de dejarlo. Eso sí, sus hijos no seguirán con el negocio y muchos inversores se han acercado interesados por la excelente ubicación de su céntrico local.

Mientras tanto, Binimelis recuerda que «es la última tienda de bordados de Palma», cuando hasta hace unos pocos años había una quincena, y advierte que «el punto mallorquín nunca ha pasado de moda. Siempre hay una señora de gusto que prefiere una mantelería bordada». Lleva la cuenta de los locales vacíos a su alrededor y afirma que «la tienda es una esclavitud». Dado que el local es de su propiedad, respira tranquilo, pero sabe que «si estuviese de alquiler tendría que haber dejado el negocio».

Las hermanas Piña, a la derecha, junto a sus padres en la tienda Forum.

Otro de los comercios históricos de Sant Miquel es la tienda de moda Forum, que abrió en 1972. Ahora mismo está regentada por las hermanas Ana y Laura Piña. Su abuelo Sebastián Piña inauguró la tienda y el padre recogió el testigo. «En aquel momento no había mucha oferta de ropa», recuerda Aina Piña, que forma parte de la tercera generación de comerciantes. Sus padres consiguieron expandir el negocio de la tienda original de Sant Miquel a cinco tiendas en total, a las que se suma ahora Forum Shop, el comercio on line. Una revolución que su abuelo no podía haber imaginado hace casi cincuenta años. «Hicimos la reforma del siglo justo el año pasado. Y entonces, llegó el confinamiento», recuerda Piña, cuyo local resiste la pandemia y la caída de turismo en esta céntrica calle comercial. Frente a las grandes insignias de fast fashion, en Fórum apuestan por viajar a París, Milán, Madrd y Barcelona para buscar nuevas tendencias.

También destaca la supervivencia de las boticas. La farmacia Sbert (Sant Miquel, 83) se inauguró en 1915; la farmacia Trián (Sant Miquel, 46), en el mismo año y que ha permanecido en la misma familia. Muy cerca, la farmacia Balaguer (frente a la iglesia de Sant Miquel) presume de ser la más antigua de Palma: «Se abrió en 1786», dice José Balaguer, «y mi padre compró la farmacia en 1961».

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