Las calles del centro de Palma, y sus paseantes, parecieron olvidar este puente de la Constitución la crisis sanitaria del coronavirus que asola a todo el mundo. Ciutat ha anochecido estos días con un escenario muy parecido a los de años anteriores a la pandemia: compras, familias y grupos de amigos paseando por la luces y colas de coches para aparcar. Nada de distancia de seguridad y control de aforos.
Las aglomeraciones en zonas como el Parc de la Mar, donde está instalado un enorme árbol iluminado de 27 metros con un pasadizo en su interior, y el Passeig del Born fueron el escenario de una inquietante escena. Mientras crece la preocupación entre la autoridades sanitarias de Baleares por el aumento de casos algunos ciudadanos parecen ajenos a todo.
Una preocupante escena bajo la amenaza de una tercera ola de COVID-19 en las Islas. Mientras la situación empeora, la incidencia acumulada en 14 días es de 260 casos por cada 100.000 habitantes en Mallorca, mientras que hace una semana era de 223, algunos parecen mantenerse ajenos al problema sanitario.
La consellera de Salut, Patricia Gómez avisa de que vendrán días difíciles y el Govern adelanta el toque de queda a las 22 horas. Sin embargo, la vigilancia en las calles y el control para que se cumplan las restricciones en prácticamente nulo. Por tanto, ¿se trata de inconsciencia ciudadana o de falta de control por de la autoridades?
Muchos de los que pasaron por el centro la ciudad estos días festivos han denunciado la falta de concienciación y las aglomeraciones. Sin embargo, otros apuntan a que el motivo de que se congregue tanta gente se debe a la falta de controles. Algunos usuarios de las redes sociales apuntan a la «falta de policías en las calles» y la poca vigilancia de los aforos.
Un problema que no es solo aislado en Mallorca, esta escena se ha repetido en la mayoría de ciudades de España durante el puente de diciembre y se teme que empeore de cara a las fiestas. Por el momento, las autoridades tratan de contener la tercera ola con nuevas medidas y temen un aumento de contagios con la llegada de las comidas navideñas y la Cabalgata de Reyes.