El aeropuerto de Palma perderá este año 24 millones de pasajeros, ya que de los 29,7 millones que registró en 2019 pasará a menos de seis millones en este ejercicio, según indican aerolíneas españolas y extranjeras. Esta caída en picado de la actividad, cercana al 79 %, es consecuencia del impacto directo de la crisis de la pandemia en la industria turística y, especialmente, en el sector aéreo.
En el acumulado de enero a septiembre, Son Sant Joan ha contabilizado un movimiento de 5,2 millones de pasajeros, cifra que se ha podido lograr porque desde mediados de junio el Gobierno español y la Unión Europea decidieron reabrir las fronteras comunitarias al tráfico internacional y turístico.
El ente aeroportuario AENA, pese a esta tibia reactivación, va a tener el peor balance económico de toda su historia en el aeropuerto palmesano, donde sus beneficios anuales superaban hasta la fecha los 150 millones de euros.
Los ingresos comerciales han bajado más de un 90 % desde marzo, ya que la oferta de restauración y de tiendas ha estado cerrada cerca de cuatro meses y el Módulo D ha estado cerrado al tráfico desde la implantación del estado de alarma por la COVID el pasado 15 de marzo.
Además, el movimiento de aviones y pasajeros no se reactivó como se esperaba en los meses punta del verano, principalmente por la implantación de la cuarentena el 25 de julio en el Reino Unido y la recomendación del Gobierno alemán de no viajar a Balears y resto de destinos vacacionales españoles, hecho que se produjo el 15 de agosto.
El descenso de pasajeros ha tenido también su impacto negativo en todos los sectores turísticos, caso de hoteles, transporte discrecional, oferta complementaria, ocio nocturno, comercio y restauración. Nunca la Isla ha vivido una situación similar, de ahí que toda la economía se ha visto afectada y no se vislumbra una reactivación a corto plazo.
Bruselas elimina los 'slots' para aliviar a la aviación
La Comisión Europea (CE) prolongará hasta el 27 de marzo de 2021 la medida por la que dispensó a las aerolíneas de tener que cubrir un mínimo de las franjas horarias de vuelo (slots) que tienen atribuidas para conservarlas al año siguiente, con el fin de aliviar al sector ante la pandemia del coronavirus.