El portavoz del Comité de Enfermedades Infecciosas de Baleares, Javier Arranz (Barcelona, 1962), parece como de la familia. Involuntariamente convivimos con él. Aunque ya no son ruedas de prensa a diario, la segunda ola, le ha devuelto el protagonismo a un médico, «algo científico», que no es político, a pesar de «salir constantemente al lado de la consellera». Habíamos pedido esta entrevista hace algunas semanas. El viernes llegó a Ibiza, la isla que presenta peores registros, un mayor número de negacionistas, pincha en las PCR voluntarias y en la que las últimas prohibiciones han dado pie a numerosas críticas, tanto del Ayuntamiento de Sant Antoni por la falta de transparencia, como entre vecinos, empresarios y comerciantes de l'Eixample. Pide responsabilidad personal a cada uno de nosotros. «Si todos cumpliéramos todo, la cosa iría a mejor». En cualquier caso, confiesa ser optimista.
—¿Qué hemos hecho mal?
—¿En el mundo mundial? ¿En España…
—Empecemos por Baleares…
—(Se lo piensa)... Una de las cosas más importantes que no hemos sido capaces de conseguir, y hay que hacer autocrítica, ha sido limitar la entrada a las islas de personas que venían de países y zonas donde el virus se estaba transmitiendo. No digo prohibir, pero sí controlar y hacer seguimientos mejores. Si hubiéramos controlado mejor la entrada de personas de Cataluña, Aragón y de otros países, habríamos evitado una ola tan intensa como la actual. La otra han sido las ganas de vivir la normalidad, no la nueva normalidad, sino la normalidad absoluta, la normalidad antigua. Mucha gente piensa que estamos donde estamos por el turismo, pero yo no tengo dato alguno para decirlo. No ha habido ni un brote provocado por un turista internacional.
—Veo una contradicción en su respuesta, ya que lamenta no haber implantado limitaciones a la entrada y en cambio niega que la segunda ola esté relacionada con el turismo.
—No estamos hablando de turistas, sino de estudiantes que han venido de Madrid o de Barcelona, de gente que vive aquí pero que venían de Bolivia, Ecuador, Colombia, lo que me parece magnífico, pero han reintroducido bastante cantidad de virus en una zona que estaba controlada y que tenía un nivel bajo de transmisión. Echo en falta controles en los aeropuertos.
—¿Qué tipo de controles?
—PCR era una posibilidad, no digo la primera...
—¿Teníamos capacidad?
—No. Para plantear PCR hay que tener capacidad de dar resultados rápidamente y no es una prueba rápida. No podemos tener a una persona 24 horas en una carpa de un aeropuerto. Los técnicos propusimos una cuarentena para los que vinieran de zonas de riesgo, tanto de España como de otros países, medidas de autoaislamiento y también un mejor seguimiento. El Gobierno no daba el visto bueno a acciones de este tipo, sobre todo para el movimiento de España. Hubiera sido una acción buena para la Comunidad, factible, correcta y comprensible.
—Entonces, ¿Teníamos que haber hecho que los turistas guardaran cuarentena?
—De determinadas zonas de origen, sí. Aquí está la clave. ¿Éramos capaces como sociedad de hacer limitaciones de este tipo? Es difícil saber lo que era adecuado en ese momento. Visto desde la perspectiva actual, creo que nos hubiera ido bien.
—¿Por qué no se implementó?
—Los técnicos lo planteamos todo… Algunas decisiones no eran propias de la Comunidad... Otra cuestión es el comportamiento de la población que es más sencillo.
—Le recuerdo que el presidente del Gobierno nos dijo que habíamos vencido al virus y nos animó a disfrutar del verano, éramos un destino seguro y dejábamos a entrar a todo el mundo sin control, hay una alta cantidad de asintomáticos...
—Por supuesto. No es una crítica a la sociedad, la reacción es lógica. Quizá quepa autocrítica porque no hemos sido capaces de comunicar mejor, de poner de manifiesto mejor la importancia de la incidencia de estos comportamientos. Influyeron muchas cosas, decisiones de los gobiernos… Ahora sí, ahora no, mascarilla no, mascarilla sí… Pero, todo confluye en un mismo punto: ¿Cómo se transmite el virus?
—Obviamente, si nos hubiéramos quedado todos en casa, no habría habido transmisión.
—No queremos esto y no puede ser. Si la enfermedad se transmitiera comiendo manzanas, dejando de comer manzanas, ya está. Pero se transmite vía respiratoria. Y, básicamente, cuando hablamos cerca y sin protección. No hay más secreto. A pesar de que es clarísimo, no nos lo hemos creído, o aún creyéndonoslo, somos incapaces de cumplirlo. Y la consecuencia es una transmisión provocada en reuniones de amigos y en reuniones familiares. Teníamos muchas ganas de encontrarnos, muchas ganas de cenas, de meriendas y de encuentros con amigos. A lo mejor, en invierno habríamos tenido menos casos. En sitios cerrados, sin ventilación y sin distancia correcta, hay riesgo de contagio. La parte técnica lucha contra la realidad de los políticos. ¿A mí qué me pide el cuerpo? Cerrar el interior de los restaurantes y dejar solo las terrazas abiertas. No se puede hacer o es muy difícil. Pero es que comiendo y bebiendo, sin mascarilla, hablando animadamente, levantando la voz, risas, en un sitio cerrado, sin ventanas, hay más riesgo. Como técnico, lo puedo recomendar pero la realidad es la que es.
—¿Tiene más riesgo, pues, tener el interior de los restaurantes abiertos que ir por la calle sin mascarilla?
—Evidentemente, aunque es una decisión más complicada, ya que tienen consecuencias… Obligar a ir por la calle con la mascarilla es una incomodidad pero nada más, no pasa nada, la gente puede salir por la calle e ir a trabajar. Es una mejor decisión y seguro que ha servido para contener algo. ¿Que cerrar los restaurantes hubiera tenido más? Sin duda, pero no lo puedes hacer.
—¿Habrá un antes y un después en la lucha contra la pandemia si se confirma la fiabilidad de los test de antígenos?
—Todo apunta a que son unas pruebas fiables. La semana que viene haremos un pilotaje de validación. A algunas personas que les hagamos un PCR también les haremos un test de antígenos. En unos días, tendremos la validación hecha y espero que vaya bien. En pacientes con síntomas de menos de cinco días son muy eficaces. Nos gustaría que con los que no tienen síntomas tuviera la eficacia que dice el laboratorio, sería fenomenal. Si fuera así, dispondríamos de una gran herramienta con la que sustituir a la PCR en pacientes con síntomas, en atención primaria, en urgencias, en sitios como Formentera que no tiene laboratorio. Tengo más dudas de que los podamos utilizar en cribados de asintomáticos.
—Esa es una de las claves.
—Los datos son los que son. A mí me encantaría que la OMS dijera que se pueden aplicar en los aeropuertos. Una herramienta rápida y económica con la que poder decir, adelante, puede subirse al avión. No creo que estemos en este punto. También hay otras pruebas desarrollándose todavía mejores, como los test de antígenos con saliva. Si dieran buen resultado, serían todavía mejores porque podrían ser pruebas autónomas. No estamos aquí.
—Así que no hay solución a la vuelta de la esquina.
—No lo sabemos todavía. Nos van muy bien todos estos avances. Si podemos saber rápidamente cuando una persona es positiva, podemos empezar rápidamente el estudio de contactos y nos ayudaría a disminuir la transmisión.
—¿Está ayudando la aplicación Radar Covid?
—De aquella manera… Aún faltan aspectos técnicos para que funcione bien. Hay problemas tecnológicos. Hasta ayer (por el viernes) hemos dado 116 códigos positivos para compartir. No tenemos información sobre los resultados. Nos cuesta animar a toda la población a que haga descargas masivas de la aplicación porque no funciona al 100%. El Gobierno está trabajando intensamente en ello.
—Nos queda la vacuna y en las últimas semanas ha habido noticias sobre problemas en su desarrollo que me hacen dudar de que sea verdad que de aquí a final de año podamos empezar a vacunar…
—Así es, ha habido algunos casos de efectos secundarios. Pero no hablamos solo de una vacuna, hay varias en marcha, unas van a un público joven, otras más mayor o de riesgo. Todas pueden ser válidas y complementarias…
—¿Es optimista?
—Me encantaría acertar y pienso que podemos tener a final de año alguna vacuna con cierta eficacia, no una eficacia magnífica todavía, pero que nos dé alguna defensa para algún tipo segmento de población más vulnerable. Si podemos vacunar con una eficacia discreta a personas mayores con seguridad, sería una vacuna recomendable.
—¿Contempla una solución para la próxima temporada vía vacunación masiva?
—A final de año no la tendremos, pero sí es posible en el primer trimestre de 2021. Es posible que lleguemos a la vacunación de la gente que nos preocupa, no a una vacunación masiva. ¿Por qué nos preocupan las tasas de positividad y el número de contagios? Porque cuando aumentan, aumentan los casos de ingresos hospitalarios y hay más gente que se muere. Si con el mismo caso de contagios, reducimos el número de ingresos y de fallecidos, el número de contagios nos preocupará menos porque muchos de ellos habrán pasado a ser asintomáticos o clínicas leves.
—¿Conviviremos mejor con el virus?
—Eso es. Aprovecho para recordar que al principio comparamos la pandemia con la gripe, a lo mejor dentro de unos meses, volveremos a hacer la misma comparación y será la gripe de nuestra época. No exactamente, pero la comparación será más acertada que la que hicimos al principio y podremos decir que tenían razón los doctores. Es verdad que este virus no es tan fácil, es mucho más agresivo en alguna población. Pero también acabaremos sabiendo a quién puede acabar afectando más y proteger más a quien se ve más expuesto al riesgo. Ya empezamos a tener algunos datos analíticos.
—Eso suena a gran avance.
—Hay muchos estudios en marcha. Hace pocos días, he conocido que un compañero investigador ha diseñado un prototipo de un análisis que podría estar relacionado con la gravedad de un paciente. Esta persona está bien, pero podría acabar mal. El coronavirus genera muertes súbitas, evoluciones precipitadas, complicadas. La persona que murió en el hotel puente probablemente murió por un problema de este tipo, después de una presentación brusca, muerte súbita por un tromboembolismo masivo, una coagulación repentina en los pulmones. Dejas de respirar de forma brusca. El virus de la gripe no provoca estas cosas, por lo tanto, máximo respeto.
—Es una forma de negacionismo no hacerse la prueba porque si doy positivo no puedo ir a trabajar…
—Es un motivo diferente. Una cosa es yo no me creo nada y otra es que yo no puedo dejar de ir a trabajar y no me hago la prueba porque estoy bien y quiero seguir yendo a trabajar. Aquí es cuando entran las soluciones comunitarias, que son básicas. Llevarle la comida a alguien confinado por ejemplo. Me genera una sensación de rabia, de tristeza no haber podido comunicar bien a Sant Antoni la necesidad de la colaboración municipal en estos aspectos que son vitales. Cuando se hacen restricciones, necesitamos esta ayuda. Hay gente que no ve la tele o no entiende el catalán y la única manera de llegar a ellos es a través del municipio. Si el alcalde está a mi lado, todo es más fácil. No confinamos alegremente y sin reflexión porque es un paso muy importante. Que en Vila los curas se quejen de que no pueden hacer misa en estos momentos tampoco ayuda. ¿Es el momento de quejarse? A lo mejor no, hemos de colaborar. Tenemos una epidemia y tenemos unas tasas muy elevadas que, si no somos capaces de bajarlas, que pienso que sí porque soy optimista, acabaremos teniendo más restricciones, problemas económicos, ni hablar del turismo, ni de nada de nada, y esto es responsabilidad de todos, del cura de Vila, del pastor evangélico, del alcalde y de todos. Hemos de colaborar y hemos de poner medios. Hago autocrítica porque en ocasiones no hemos conseguido comunicarlo y explicarlo bien.
—Me sorprendió mucho la prohibición de fumar.
—Es consecuencia de la evidencia de que el virus también se transmite a través de aerosoles, es decir, que el virus se mantiene en el aire. Y este riesgo es muy importante. ¿Qué es lo que más provoca aerosol? Cuando expulso el humo tras fumar es una acción de riesgo. ¿Cuál es el efecto de dejar de fumar en los espacios públicos? ¿Pasa algo si me equivoco? No.
—¿Sabemos si alguien se ha contagiado porque alguien estaba fumando por la calle?
—No, sabemos el riesgo, pero no que haya pasado. Son decisiones difíciles y atrevidas. Marcan mucho a la ciudadanía. El objetivo era que no se fumara en la terraza del bar.
—Entonces, ¿por qué no prohibieron fumar en la terraza del bar?
—Por la experiencia que nos supuso decir mascarilla aquí sí, aquí no, con distancia no… Un lío. Solución, mascarilla siempre. Es más fácil de implementar y de controlar.
—¿Saben si alguien se ha contagiado por la calle por cruzarse con algún portador del virus?
—Es difícil, pero es mucho más fácil de controlar y de hacerlo cumplir que antes.
—¿Tendremos curso escolar?
—Estamos preparados ante un aumento de casos y no nos hemos de preocupar. Con el tiempo, va a ser más difícil mantener el nivel de seguridad actual. Era partidario de que el curso tenía que empezar y se está viendo que no es ninguna tragedia.