Germán Helling trabaja en seguridad. Parte de su tiempo libre lo dedica a entrenar como corredor de fondo –es guía de invidentes en carreras– y a recorrer la Isla con su autocaravana –Panchita, la llama–, a veces solo, a veces en compañía de otros autocaravanistas amigos. Porque, según dice, el autocaravanismo permite recorrer lugares y quedarse en ellos, y fomentar la amistad.
... pero desde hace un tiempo. «Llegamos a un sitio donde no molestamos a nadie, ni interferimos nada, y acampamos. Lo primero que hacemos es limpiarlo, dejando unas bolsas de basura en las que depositamos cualquier elemento que pueda perjudicar el medio ambiente, que cuando finalizamos la estancia nos llevamos y depositamos en los contenedores.
Durante el tiempo que estamos allí, solemos acercarnos a la localidad más próxima a desayunar, almorzar, cenar… A consumir, vamos; con lo cual, contribuimos a favor de la economía de bares y restaurantes de la zona. Y es que formamos un colectivo que, de otra manera, hace también turismo.
Pero resulta que, de un tiempo a esta aparte, algunos ayuntamientos de la Isla están haciendo lo posible para que las autocaravanas, o furgonetas camperizadas, no se puedan estacionar libremente en zonas en las que, hasta la fecha, no había existido impedimento ni limitación alguna. Porque jamás, hasta hace poco, nos ponían impedimento alguno para aparcar».
Respetar el medio ambiente
Germán, que opina en nombre propio, pero que igual que él piensan muchos más, considera que «si se trata de un problema de masificación o saturación, se debería regular, pero nunca prohibir. También soy de la opinión de que si el problema radica en que algunas personas generan residuos y molestias, se les debería sancionar. Pero que no, por unos pocos, paguemos todos. Porque no se debe estigmatizar a un colectivo totalmente concienciado con el medio ambiente, respetuoso con el entorno donde pernocta y consumidor del producto local».
Lamenta que «a nadie se le escapa que nuestra comunidad autónoma sea, posiblemente, la zona geográfica de España con menos infraestructura dedicada a este tipo de turismo, lo cual es, cuanto menos, ¡una vergüenza! Y más cuando vivimos, mayoritariamente, del turismo. Porque cualquiera que haya viajado por la Península y Europa, habrá visto que existe una cultura que no solo acepta, sino que además potencia, incentiva e invita a este tipo de turismo. Por ello, en muchas partes hay zonas de acampada, zonas de pic-nic, etc., dotadas de baños y de otros servicios que dinamizan el lugar y el consiguiente consumo del producto local. Sin embargo, nuestra comunidad, que pretende ser un modelo mundial en cuanto a turismo, está a años luz de ser un referente en este tipo de turismo».
Germán, visto lo visto, está convencido de que «existe una campaña de acoso y derribo contra nosotros, orquestada por no sé quién, pero, posiblemente, por oscuros intereses que hacen que todo el colectivo caravanista y furgonetero nos sintamos mal, ya que –reitera– por las autoridades municipales, en nuestras propia tierra a la que amamos, somos tratados como verdaderos terroristas medioambientales».
«Llegamos para quedarnos»
¿Que cuáles podrían ser los motivos para impedir el caravanismo en determinados municipios? «Pues, seguramente, pueden tener mucho que ver con el hecho de que haya un interés, tal vez de unos pocos, pero con peso específico, de traer turistas a 100 euros, con todo incluido, en lugar de promocionar el turismo de caravana que, quiérase o no, favorece a pequeños comerciantes, bares, supermercados y restaurantes, etc. Por ello, me refiero a la opinión que tienen formada de nosotros determinados municipios, debe cambiar, porque una cosa sí tenemos clara: que este modelo, sistema o fórmula de turismo ha venido para quedarse, eso es irrefutable. Por ello, pienso, y deseo, que nuestro Gobierno balear sea capaz de regular un sector que está en auge, y que, como ya he comentado, ha llegado para quedarse. Mientras tanto, otros y yo seguiremos disfrutando de sa Roqueta, desplazándonos con nuestras autocaravanas, y desayunando, almorzando y cenando, en muchos locales de restauración de la Isla».