Un grupo de familias de Mallorca, con un núcleo originario de Esporles, ha redactado un escrito, dirigido a la Conselleria d'Educació, en el que solicita que todo el alumnado pueda retornar a los centros el próximo septiembre. El escrito permite la firma de quien quiera adherirse.
El colectivo señala que «entendemos que las medidas tomadas durante el estado de alarma han sido necesarias para el control de la pandemia de la COVID-19 y también somos conscientes del esfuerzo realizado por la comunidad educativa para adaptarse a la nueva situación».
Sin embargo, los promotores de la iniciativa quieren que «nuestros hijos vuelvan a ejercer el derecho a la educación presencial porque las relaciones personales en la infancia con tutores y compañeros son fundamentales para su bienestar y crecimiento personal, y porque la experiencia vivida ha demostrado claramente las ventajas de la educación presencial. Evidentemente, entendemos que para ello se deberán adoptar protocolos de medidas preventivas, así como de control de posibles casos o situaciones excepecionales mientras dure la pandemia».
Las familias exponen razones educativas, socioeconómicas (conciliación) y epidemiológicas (científicas) para argumentar la petición, destacando los riesgos para la salud física y psicológica de los niños en un confinamiento prolongado. También recuerdan que España es el país europeo con el nivel más alto de abandono escolar, «lo que podría agudizarse con una enseñanza no presencial».
«Evidencias» de que niños y jóvenes presentan un riesgo bajo de transmisión
Las familias impulsoras del escrito también indican que «el confinamiento obligatorio ha agravado las desigualdades y ha alejado a una parte del alumnado del sistema educativo. Los efectos son más nocivos en niños y jóvenes de menor nivel socioeconómico, ya que no todas las familias disponen de recursos para la enseñanza telemática».
Igualmente, se refieren al «retroceso en la conciliación y la igualdad de género si esta situación se prolonga». En cuestiones epidemiológicas, las familias subrayan que «cada vez hay más evidencias de que los niños y adolescentes no sufren la enfermedad y presentan un riesgo muy bajo de transmitirla».