Ejerce en la clínica Rotger y es presidente de la Sociedad Balear de Alergología. El nombre del experto Albert Oehling suena cada año con la llegada del polen y la primavera, aunque en Balears, asegura, podemos temerle más a los ácaros. Más allá de la crisis del coronavirus, las demás afecciones sanitrias continúan. Con el 25 % de la población afectada por una alergia, critica que ésta sea la única comunidad sin ningún servicio público de alergología.
¿Qué tipo de polen afecta a Mallorca?
—Aquí no sólo hay alergias por polen también por los ácaros del polvo doméstico que se dan en zonas húmedas, y Mallorca y el Mediterráneo lo son. Éstos son los alérgenos más importantes y actúan durante muchos meses. Por otra parte, están los pólenes, uno de los principales que tenemos es el del ciprés cuya prevalencia e importancia ha ido aumentando en los años. Antes eran poco frecuentes o estaban más localizados pero ya no. Ahora es más común ver la familia de las plantas cupresáceas, que incluye a las arizónicas, así como el platanero o plátano de sombra que son los que hay en La Rambla o frecuentemente en las ciudades o el olivo y las gramínias...
¿El cambio climático tiene efecto sobre alergias?
—Sí, de forma muy clara. El cambio climático es incuestionable y lo vemos en primaveras más adelantadas, en índices de polen más altos, y sobre todo en el efecto invernadero que hace que las plantas polinicen más tiempo y empiecen antes. Por otra parte, la escasez de lluvias hace que se substituyan las plantas que no aguantan la sequía por las que sí. También el aumento del CO2 en las ciudades que hace que afloren más y tengan más polen... Y el clima no solo afecta a los pólenes, también influye en los ácaros porque hay más humedad y más temperatura.
¿Cuánta población puede tener una alergia en Baleares?
—Tenemos una prevalencia similar al resto del Estado, estaremos entre un 20 y 25 % de la población y va en aumento. En el año 2015 podremos hablar de un 40 %.
¿Cuál es el detonante del alérgico?
—Por un lado hay condicionantes genéticos y por otro una mayor exposición a los alérgenos.
¿Cree que faltan especialistas por el índice de población afectada?
—Totalmente. En estos momentos en la sanidad pública hay un solo alergólogo pero no existe ningún servicio de alergología pública, somos la única comunidad que no tiene. En Soria, por ejemplo, una población con unos 90.000 habitantes, tiene cuatro alergólogos. Nuestra situación es vergonzosa. Cuando pusieron a un especialista en Son Espases fue todo un hito, parecía que habíamos conquistado el Everest. Somos unos 14 especialistas en total en Baleares, ¿qué sale? ¿a uno por cada 85.000?
¿No hay especialistas disponibles o no hay voluntad de contratación?
—Especialistas sí hay pero de momento no hay intención de crear un servicio en la sanidad pública y los que estamos tenemos una demanda muy alta.
Los pacientes se quejan de tener que ir de un especialista a otro para detectarles una alergia...
—Un alergólogo podría hacerlo y el paciente no tendría que ir pasando por inmunólogos, dermatólogos, otorrinos... La alergia es una enfermedad multiorgánica y con una sola visita a un alergólogo bastaría para evitar las derivaciones. Si además hablamos de una alergia alimentaria le marearán más con el coste económico que supone. No sé si alguien ha sacado los números porque basta que alguien se siente a calcularlo. Estamos gastando más de lo que deberíamos.
¿Cómo se combaten las alergias?
—Según el tipo de patología pueden tratarse con antiestamínicos, corticoides o con inmunoterapia específica, las vacunas se llevan aplicando desde hace cien años.
¿Hay manera de combatir el incremento de alergias?
—Hay medidas que servirían como es disminuir los efectos del cambio climático. Son cuestiones a largo plazo... Los ayuntamientos deberían utilizar árboles menos alergénicos que puedan controlar la floración al menos en las zonas más sensibles como cerca de los colegios.
Y la contaminación...
—Los cruceros, el tráfico... Si analizas lo que ha pasado en Palma en los últimos 15 años de atascos... Somos muchos, hemos aumentado la población.
¿Afecta a muchos niños?
—Son los que sufren y desarrollan más alergias, sobre todo las alimentarias. La genética ha modificado un poco esa alergenidad. El cambio de alimentación y poder disponer de comida que antes no era frecuente aumenta las posibilidades en una ambiente hostil de cambio climático que ha hecho que haya plantas que generen proteínas de estés, lo que hace que los frutos sean más alergénicos. Un ejemplo es la deforestación del Amazonas para crear zonas de cultivo. Y es que, claro, somos cada vez más gente y todos necesitamos alimentarnos.