La Semana Santa de 2020 será siempre recordada como la Semana Santa del coronavirus.
Las panaderías y pastelerías tradicionales sirven a domicilio panades, robiols y crespells, las calles se muestran extrañamente tranquilas y silenciosas, y las procesiones brillan por su ausencia, como consecuencia del estado de alarma decretado ante la crisis sanitaria derivada de la COVID-19.
Este año, los coches no rechinarán por la cera caída de los cirios tras el paso de los narazenos. Este Jueves Santo ha sido raro. La gente ha salido puntual a su balcón para homenajear con sus aplausos a los sanitarios, no para contemplar el desfile de pasos en procesión. Los tambores no se han dejado oír.
El Crist de la Sang no ha salido. Habrá que esperar a 2021.