Los expertos en ciberseguridad viven con intensidad los días de confinamiento obligado por el coronavirus. Todo momento crítico supone una oportunidad, y el que vivimos no es diferente, incluso para aquellos que se dedican a tratar de estafar a incautos. El repunte del teletrabajo a raíz de la pandemia de la COVID-19 ha provocado un aumento de la vulnerabilidad y un aluvión de intentos de phishing, que en muchas ocasiones han surtido efecto, y han obligado a los expertos que trabajan contrarestándolos a hacer horas extras.
Muchos de estos ataques se producen a través del correo electrónico. Los trabajadores reciben en sus cuentas de correo corporativas mensajes que simulan provenir de colegas, proveedores, instituciones financieras o sanitarias y organismos de la administración en general, o bien de departamentos adyacentes en la empresa.
Siempre adjuntan uno o varios enlaces, y es precisamente cuando el empleado clica en ese hipervínculo cuando se instala en el equipo informático un software malicioso o malware, que trata de aprovechar la información contenida en el dispositivo para sus espurios fines.
«La utilización de las redes locales wifi de los domicilios para realizar tareas laborales implica un mayor riesgo en términos de seguridad informática, puesto que están menos blindadas contra los ciberdelincuentes», afirman los profesionales dedicados a esta tarea y conocedores de la situación.
Estos hechos se producen en las empresas de las Islas y también en el resto de España. De hecho, la Guardia Civil y la Oficina de Seguridad del Internauta del INCIBE han emitido sendas comunicaciones alertando sobre esta situación.