Eladio González (Luarca-Asturias, 1949) es el presidente de la Cooperativa d'Apotecaris de Balears, de la que son socios más del 80 % de las farmacias de Mallorca, Eivissa y Formentera –Menorca tiene su propia cooperativa– y su fin es suministrar medicamentos y productos sanitarios a sus más de 400 socios. Cerraron el pasado año con una facturación de 157 millones y distribuyeron 18,8 millones de unidades. Se basan en la Distribución Solidaria, de modo que el reparto es igualitario, y posibilitan que cualquier farmacia de cualquier lugar reciba un medicamento en tres horas como máximo. Son de las primeros en percatarse de los problemas de suministro de medicamentos, una cuestión que en las últimas semanas ha hecho saltar las alarmas.
¿Cómo valora, en términos generales, el problema de los desabastecimientos?
—Es un problema muy grave, global y creciente. Afecta a prácticamente todos los países del mundo y a medicamentos de uso muy variado como antibióticos, anestésicos, oncológicos, etc.
¿A cuántos medicamentos afecta?
—Según la Agencia Española de Medicamentos, a cerca de 500, pero no todos tienen el mismo impacto sanitario en la población, ya que si uno está desabastecido pero tiene presentaciones iguales de otros laboratorios se sustituye. El problema se agrava cuando el principio activo no es sustituible, pero estos casos son muchos menos.
¿Puede ir a más la desaparición de principios activos?
—Aún no hemos llegado al límite.
¿Hay alguna solución?
—No hay una única solución. Por un lado, la Administración ha de regular y tratar de controlar que se produzca lo que hace falta. Por otro lado, en estos momentos se tendrían que paliar los efectos nocivos en la población.
¿Cómo?
—En estos momentos la única forma de hacerlo es mediante una información ágil, rápida y coordinada por la Administración hacia el médico que prescribe el medicamento para que deje de mandar pacientes a buscar una cosa que no van a encontrar. Así, se recetarían los medicamentos sustitutos y en caso de no existir alternativa se cambiaría por otro medicamento para la misma patología.
¿Por qué se ha acentuado ahora esta falta de suministro?
—No hay una causa única sino que son varias que van ligadas a varios factores que pueden ser económicos, de fabricación o de calidad. Diría que una de las causas que ha influido de forma notoria en que los desabastecimientos se acentúen es la centralización de las fabricación de los principios activos.
¿Cuántos años hace que se da este proceso de centralización?
—Ha sido paulatino. Antes un principio activo se podía fabricar en 10 sitios distintos y supongo que por criterios de economía de escala se han ido centralizando en uno solo. Un caso que pone de manifiesto los efectos no deseados de esta centralización es que una pequeña contaminación con el principio activo valsartán no afectó a un solo laboratorio sino a un montón. Prácticamente hubo que inmovilizar el valsartán en todo el mundo porque toda la materia prima salía del mismo sitio.
¿Por qué se ha apostado por esta centralización?
—Habría que preguntarlo a las multinacionales que la han provocado, aunque supongo que por una economía de escala.
¿Qué otras causas influyen en el desabastecimiento?
—El precio. La Administración estatal es la que suele fijar el precio de los medicamentos con receta y el precio de algunos es tan sumamente bajo que al laboratorio no le interesa fabricarlo porque no le salen las cuentas. A veces, esto provoca escasez de ese medicamento y un desvío hacía otros productos distintos para la misma patología que pueden tener un coste más alto. Esas bajadas de precio, que en España han sido muy importantes, se ven afectadas cuando el productor de la materia prima sube el precio. Posiblemente vamos a tener un problema con el ibuprofeno.
¿Por qué?
—Porque la materia prima del ibuprofeno ha subido más de un 30 % en poco tiempo y al estar hablando de medicamentos cuyo precio de la caja ronda un euro, esta gran subida de la materia prima influye en los costes de fabricación.
¿Hay más causas de carácter económico?
—Cuando un laboratorio tiene una determinada capacidad de producción, cuya programación está fijada a uno o dos años vista, y se da cuenta de que esta previsión va a ser insuficiente, distribuirá el medicamento en aquellos países que más pagan y España, en algunos principios activos, es muy barato.
¿Qué mensaje da a la población?
—Tranquilizador. A día de hoy ninguna patología está sin tratamiento. De cara al futuro quiero pensar que siempre habrá alternativas y que los factores que provocan el desabastecimiento se neutralizarán.
La industria farmacéutica es una de las más poderosas del mundo...
—A nivel global sí lo es. Además ha habido muchas fusiones y ya son multinacionales, algunas de ellas con un presupuesto anual por encima del Producto Interior Bruto de algún país pequeño. Sin embargo, no actúan como lobby porque entre ellas son competidoras.
¿Hay interés por parte de la industria farmacéutica de fabricar solo los medicamentos que para ellos son más rentables?
—No. Se investigan medicamentos para el tercer mundo y allí no hay rentabilidad. Pero son empresas e intentan sacar dividendos, y es más difícil que destinen recursos a enfermedades raras, cuyo uso es muy limitado.