Cristalería Artísticas Fiol es uno de los talleres de referencia en la realización de vidriera emplomada y entre sus clientes se encuentran la propia Seu y miembros de la realeza. Entre sus trabajos más destacados, cabe precisar que han restaurado 32 vitrales de la Seu y en 2009 acometieron la restauración del Rosetón Major, consiguiendo el aspecto y la luminosidad del modelo original. Por tanto, se puede asegurar que Cristalería Artísticas Fiol ha contribuido de manera significativa en la pervivencia de L'Espectacle del Vuit, que se produce sólo dos veces al año. También han restaurado el lucernario del Parlament.
En cuando a obra nueva, destacan la elaboración de toda la vidriera de la iglesia de Cas Concos, los vitrales de las iglesias de Cala Ratjada y Felanitx, los rosetones para la de Sant Miquel, etc. Los particulares también se encuentran entre sus clientes, tanto mallorquines como extranjeros.
Este establecimiento emblemático fue fundado en 1964 por Antonio Fiol. Su hijo y actual propietario del negocio, José Luis Fiol, cuenta que su padre trabajaba en la cristalería El Espejo Mallorquín, pero en 1963 se fusionó con otras dos y un año más tarde decidió irse porque no se encontraba a gusto. Al principio se instaló en un semisótano en la calle Can Puig d'Orfila, poco después se trasladó a la calle Can Jaquotot y en 1975 se mudó a la calle Bernat Amer, donde está actualmente. Desde su creación han ido creciendo y han pasado de 40 a 200 metros cuadrados.
José Luis cuenta que los principios de su padre debieron ser duros porque «tuvo que labrarse toda la clientela de la nada». Poco después llegó el boom turístico y le ayudó.
El actual propietario de Cristalería Artísticas Fiol empezó a trabajar con su padre a los 18, aunque siempre ha vivido muy de cerca esta profesión. En 1992 se jubiló su padre y él se quedó al frente del negocio. La tercera generación ya está garantizada, ya que su hijo Daniel también ha empezado a trabajar en la cristalería. Además, viene con fuerza y ha puesto en marcha la tienda on line y prevé desarrollar otros proyectos.
En 2010 también se incorporó su mujer, Magdalena Montserrat, al negocio familiar; dejó la asesoría fiscal y se puso a diseñar joyas (introdujo otras técnicas artesanales como el fusing y el tiffany). El objetivo era diversificar el negocio para hacer frente a la crisis económica, la más dura que han conocido. Entre 2010 y 2015 vivieron años muy difíciles, pero no se plantearon cerrar, aunque sí redujeron la plantilla. José Luis recuerda que «antes había pequeñas crisis, que duraban meses, eran bajones de trabajo. De la última crisis aún se pagan las consecuencias, aunque se va mejorando».
El secreto para haber logrado sobrevivir y ser uno de los establecimientos emblemáticos de Palma es trabajar con mucha profesionalidad y no haber tenido mucha competencia. José Luis explica que este oficio se aprende de generación en generación, aunque también ha ido a formarse al extranjero.