El Pacte eliminará el 42,27 % de las terrazas de Santa Catalina y el 40 % de las de las de es Jonquet cuando entre en vigor la nueva ordenanza de ocupación de la vía pública, si no se introducen cambios en el documento que ha entregado a las partes afectadas. La intención de Cort es que sea antes de que comience la próxima temporada turística.
La reducción de terrazas de estas zonas responde a la zonificación que ha realizado el Consistorio, con la finalidad de abordar cada uno de estos espacios de forma personalizada, en función de sus características. También se aprobará una zonificación en el centro histórico, donde se prevé eliminar el 8,5 % de las terrazas y en Pere Garau, donde la reducción será del 36,76 %.
Todas estas terrazas se eliminarán porque no es posible reservar 2,5 metros como mínimo para el paso de peatones. No obstante, en los casos en los que no se ocasionen molestias, el espacio reservado para los viandantes podrá ser de dos metros, como hasta ahora. Esta artículo de la ordenanza también provocará una reducción del tamaño de las terrazas que queden. En el resto de la ciudad también se aplicará este artículo y, salvo excepciones, todas tendrán que dejar como mínimo 2,5 metros para los peatones; las que no lo hagan tendrán que reducir su tamaño o desaparecerán si no es posible. La futura ordenanza de ocupación de la vía pública también prohibirá los toldos y dará 18 meses a los restauradores para eliminarlos; solo estarán permitidos parasoles y mamparas, similares a los que ya se han instalado en el Passeig des Born.
En la capital balear hay unas 1.650 terrazas, de las que 500 se verán afectadas por la zonificación que prevé el documento que ha elaborado el Consistorio para dar respuesta a las zonas más saturadas.
‘Señora, esto es una zona de ocio, debería ir a vivir a otra parte’ le dijo el dueño de una de estas terrazas a una vecina de 73 años nacida en el barrio, que amablemente pidió que dijera a sus clientes que bajaran el volumen de voz. Muchos puestos de trabajo contra cientos de familias que sufren la falta de descanso sin tregua. Miles de denuncias dicen algo. Antes el barrio lucía de balcones con sus persianas abiertas, familias paseando tranquilamente y por qué no, gente sentada en terrazas tomando unas cañas. ¿Las terrazas dan vida? Por supuesto. Pero muchos de los propietarios que ahora protestan, son los mismos que llevan años avisados pacíficamente por los vecinos por su mala gestión. Por no tener delicadeza ni siquiera limpian el suelo cuando cierran. ¿Quién es la víctima? Yo con suerte, como ya hicieron muchos, venderé mi piso a un extranjero, que no vivirá allí. ¿Falta de viviendas en alquiler en Palma? Por fin una luz al problema, pero tarde. Persianas cerradas