El plagio académico ha existido siempre, pero nunca había tenido tanta prevalencia ni se había convertido en un problema de primer orden dentro de las aulas de las universidades. En la UIB hay una sensibilización generalizada entre el profesorado para controlar y así disuadir los intentos de fraude de los trabajos encargados al alumnado. El problema es que el enemigo más actual son empresas dedicadas a ello a cambio de una retribución, y que su oferta es por completo legal.
Mercè Morey, profesora de Documentación y Comunicación Científica en la UIB, lo expresó con toda claridad en el seminario sobre ‘Plagio académico en Educación Secundaria y Bachillerato', celebrado en Palma.
«Copiar y pegar desde sitios documentales en internet ya es historia –señaló–; hoy los textos se compran directamente a empresas establecidas en la red, bajo demanda, y con precios que dependen de la ‘exigencia' del trabajo requerido».
En efecto, en el portal más popular de España para este tipo de trabajos con indisimulada deshonestidad académica, figuran ejemplos como Tres trabajos sobre Género, Historia, Mujer y Feminismo, por el que ya se pagaron 100 euros, y otros más asequibles como Cuestiones sobre Psicología de las masas, de Sigmund Freud, tasado inicialmente en 40 euros pero susceptible de subida porque se demanda para un día concreto. «Esas empresas –añade Morey– se publicitan como ‘innovadores', pero con lemas claros como ‘deja que otros trabajen por tí'».