La noche de Halloween ha calado hondo en Mallorca. Una celebración reciente e importada años atrás que ya se constituye en auténtica tradición dado el contenido de tétrica diversión que posee, especialmente entre los niños.
Ya desde media tarde los más pequeños salieron disfrazados de brujas, vampiros o fantasmas, para reunirse en centros sociales y desde allí, acompañados de sus familiares, también con sus horribles indumentarias, aterrorizar al vecindario, pidiendo a cambio unos caramelos y golosinas. Una realidad que se vivió ayer en distintos barrios y casas de Palma, como Son Espanyol, donde en medio de un decorado donde no faltaron las típicas calabazas con cara luminosa, los más pequeños exhibieron su imagen más terrorífica tras una cuidada sesión de maquillaje. Un paseo que culminó como en otras fiestas con una xocolatada. Por la noche llegó el turno de los mayores en las discotecas.
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