Este fin de semana comenzó el otoño, las playas, el sol y las vacaciones van quedando atrás. Todo vuelve a su normalidad, vuelta a clases o al trabajo. Pero hay actividades atemporales, arraigadas en el subsconciente colectivo de la juventud que no entiende de estaciones ni fechas, como el 'botellón' del fin de semana en el Passeig Marítim.
Es casi una institución, anárquica por cierto, donde todos en apariencia son iguales, y sólo un mandato, disfrutar de la noche.
A diferencia de los anteriores, esta velada estuvo «amenizada» por la lluvia, pero no impidió que los jóvenes siguieran con su ritual. Bolsas en la cabeza y paraguas fue lo curioso. Finalizó este 'botellón' cuando el otoño se hizo presente, regalando una imagen para algunos romántica y para otros el final de la fiesta.
Julián Aguirre
(texto y foto)