Se convirtió, la de ayer, en la primera gran tormenta veraniega de este año 2007. Intensos chubascos durante toda la mañana y bajada notable de las temperaturas. Un magnífico ensayo para saber si estamos preparados para recibir la próxima estación, el otoño. La respuesta de turistas y residentes fue rápida. Cambio de planes para unos, quienes improvisaron el día de playa por el de ciudad, y sacar el paraguas y la rebeca para otros, los residentes, quienes siempre tienen una chaqueta de entretiempo a mano.
Las playas estuvieron prácticamente toda la mañana desangeladas. Tan sólo la presencia de socorristas y algún espontáneo dejaban la huella sobre la húmeda arena.
Largas colas de vehículos a la entrada de la ciudad prevenían que el centro se convertiría en colapso de turistas ávidos por conocer las zonas comerciales, museos y puntos recomendados de la capital de las Illes Balears.
Abrigados por chubasqueros y provistos de paraguas, miles de turistas llenaron las calles del centro de Palma.
Las tiendas, boutiques y grandes almacenes tuvieron uno de esos días de «buena caja». Los restaurantes, cafeterías y bares repusieron sus mesas de comensales en varias ocasiones. Museos, la Seu, Castell de Bellver, etc., mostraron colas de espera, de turistas por conocer parte de la historia de Mallorca. Los coches de alquiler llenaron los aparcamientos y provocaron atascos en las avenidas y calles céntricas.
Todo un ensayo de un día de otoño concurrido y parecido con el de la vuelta al cole. Pero lejos de ello, que nadie se asuste; aún quedan dos semanas más de vacaciones, para algunos, y un mes para la llegada del otoño.
Julián Aguirre
(texto y foto)