M.GONZÀLEZ / J.M.AGUILÓ
Catalina Cirer se quedó ayer a las puertas de la ansiada mayoría absoluta en Palma. El PP logró catorce regidores, frente a los quince que tenía hasta ahora, mientras que el PSOE dio un gran paso, al pasar de nueve a once ediles, una cifra que no lograba desde que Ramón Aguiló ocupó la Alcaldía. En las encuestas publicadas en estas últimas semanas, la repetición de la mayoría absoluta parecía posible, pero por un margen muy estrecho.
UM vuelve a formar parte del mapa político del Consistorio palmesano con dos ediles, tras quedarse fuera en los comicios de 2003, mientras que el Bloc per Palma ha obtenido un resultado mucho peor de lo esperado, y se queda con tan sólo dos regidores (PSM y EU-EV sumaban cinco en la legislatura que acaba de cerrarse).
Así las cosas, las elecciones municipales vividas ayer pueden considerarse un éxito para Aina Calvo (PSOE) y Miguel Nadal (UM), ambos en su primera tentativa a la Alcaldía de Palma, y una decepción para Catalina Cirer (PP), y un fracaso absoluto para Eberhard Grosske (Bloc), candidatos los dos por segunda vez consecutiva.
Los números
Como ya es tradición en Ciutat, el Partido Popular volvió a ser la fuerza más votada, con el 46,03 por ciento de los sufragios, pero los 64.144 conseguidos suponen una pérdida de 4.423 papeletas con respecto a 2003, cuando los conservadores aglutinaron el 46,06 por ciento de los votos. Los mejores números son los logrados por el Partido Socialista, que ha pasado del 27,11 por ciento de los apoyos hace cuatro años al 35,41 por ciento logrado ayer, que se tradujo en 50.874 votos, 9.343 más que en 2003.
La tercera fuerza política con representación en el Ajuntament de Palma será el Bloc, una unión de fuerzas que, sin embargo, no ha podido defender los cinco ediles que PSM y EU-EV atesoraban hasta ahora. El Bloc de Palma logró 11.780 votos, el 8,20 por ciento del total y se queda con dos ediles.
Por último, UM reaparece con dos concejales al obtener 9.507 votos, el 6,62 por ciento del total emitido, un porcentaje similar al que consiguió hace ocho años, en los comicios de 1999, con un edil, para luego quedarse fuera en las elecciones de 2003.
A partir de ahora, Catalina Cirer parece destinada a gobernar los cuatro próximos años en minoría, pactando o negociando con alguna de las fuerzas en la oposición los acuerdos o proyectos que quiera emprender, sobre todo con UM, que puede convertirse en la llave de la gobernabilidad. A menos, claro está, que los partidos progresistas y UM logren ponerse de acuerdo y sumar los quince regidores con los que arrebatarle la vara de mando a Cirer. Pero ese acuerdo no parece factible en estos momentos, sobre todo después de las reticencias mostradas por algunos candidatos durante la campaña electoral y pese a los dieciséis años consecutivos de gobierno en mayoría absoluta del PP en la capital.
Esta situación, nada cómoda para un partido acostumbrado a gobernar en solitario en la ciudad, puede alterar los planes del PP en cuanto a la continuidad de la alcaldesa en próximas convocatorias electorales, por lo que estos cuatro años podrían convertirse, a la vez, en una carrera por su sucesión.
La participación electoral en Palma, fue tres puntos inferior a la de la anterior convocatoria de elecciones municipales. Tan sólo 144.455 electores, el 53,15 por ciento de los que tenían derecho al voto acudieron ayer a las urnas, frente al 56,51 por ciento que ejerció este derecho hace cuatro años.