María Galera y sus dos hijos, Abdullah y Nuria, llegaron a medianoche de ayer a Palma tras un largo viaje que iniciaron el domingo a media tarde, desde Kabul, con paradas en Dubai, Viena y Barcelona. Lo que no pudo el Ministerio de Asuntos Exteriores, traerlos, lo ha conseguido Ultima Hora con la colaboración del Grupo Cursach Ocio, puesto que si la máquina de la Administración es lenta, no hay duda que el dinero da alas al modo de solucionar los problemas. Y en este caso se necesitaba únicamente dinero. Alrededor de 4.000 euros que el Grupo que lidera Bartolomé Cursach facilitó. A fondo perdido, cosa que no es la primera vez que hace.
El encuentro de las dos hermanas fue emotivo. María sabe lo mucho que ha hecho Rafi por ellos y no tiene palabras para agradecérselo. Tal vez los pequeños fueron los que más tardaron en romper el hielo. De pronto habían pasado de vivir en Kabul, con la necesidad prácticamente de todo, a tener entre sus manos una muñeca que llora. Además, juguetes suyos. Porque ese es el regalo que les llevó su tita Rafi, a quien no veían desde hacía más de un año. Pero a partir de ahí fue diferente. Y al rato parecía como si nos conocieran de toda la vida. En Kabul se ha quedado el marido de María. «Él ha sido quien más nos ha animado a hacer el viaje. Se reunirá con nosotros a nada que tenga el visado, que no se cuando será, pues estoy un poco cansada de que nos den largas». El marido se ha quedado triste, como triste se pone Abdullah, el crío, cada vez que lo recuerda. «¿Dónde está papá?», pregunta a María. Y ésta, sonriendo, le dice: «Pronto vendrá con nosotros».
Pedro Prieto