El acuerdo alcanzado ayer entre PP y PSOE para desbloquear la reforma del Estatut d'Autonomia puede considerarse un pacto por Balears. Los dos partidos estatales han demostrado un sentido de Estado que les honra. Han sido capaces de dejar a un lado los intereses nacionales de las siglas a las que representan, por el bien común de los ciudadanos de los Islas. Habrá valido la pena esperar meses a que se sentaran a negociar, si ello ha servido para que, de una forma definitiva, el Estado reconozca el déficit de inversión en las Islas, que se concretará en una multimillonaria inyección económica, estimada en un principio en 2.500 millones de euros, cantidad que incluso puede incrementarse.
A pesar de las dificultades de la negociación, de los momentos tensos en los que se daba por hecho que no habría reforma estatutaria, PP y PSOE han sido capaces de renunciar a aspectos que eran esenciales para ambos partidos en beneficio de las Islas. Ha imperado la responsabilidad, algo de agradecer en una Comunitat Autònoma poco acostumbrada al acuerdo entre los dos grandes partidos. Responsabilidad en materia de inversiones y responsabilidad en materia lingüística. PP y PSOE han pactado finalmente una fórmula sensata, que evita cualquier alusión al nombre de las modalidades insulares y que corta de raíz veleidades 'a la valenciana'.
Por encima de todo, el acuerdo ha permitido a las Islas sumarse a un proceso histórico, el de las reformas estatutarias, en el vagón de cabeza. Balears perdió hace 23 años el tren de las autonomías de primera, algo que le correspondía por derecho y por historia. El pacto por Balears que han suscrito PP y PSOE permite corregir ese error y restituir a las Islas lo que en justicia les corresponde.