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La huella del botellón

Los servicios de limpieza volvieron a demostrar su eficacia por la mañana

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No fue una Nochevieja de gran asistencia para quienes practican el botellón. Con mucho menos ambiente que cualquier otro fin de semana, la primera movida de este recien estrenado año 2005 notó una gran ausencia. Pocos coches levantaron maletero e hicieron temblar las palmeras de la primera línea del Passeig Marítim con el sonido de los altavoces que surgen de los vehículos. Eso sí, los que asistieron al botellón, dejaron bien claro que no están por la labor de recoger las bolsas, botellas, vasos y demás tras finalizar su movida, en la calle. Y no es que fuesen gente que no tenía clase, puesto que vestían de gala, ellos con traje, incluso con corbata, aunque algunos no se habían hecho el nudo de una corbata en su vida, y ellas de largo, vestidos de raso, elegantes, escotados y de tirantes, peinadas como para una gran fiesta. Hubo fiesta, pero al aire libre. La temperatura fue bajando a medida que llegaba la madrugada, todo un contraste con la temperatura corporal, ya que la de algunos ya ni la notaban.

Eso sí, los servicios de limpieza, una vez más, y a pesar de tan indicada fecha festiva, hicieron gala de su profesionalidad, limpiaron las zonas con esmero y rapidez, amaneciendo, principalmente, la primera línea del Passeig Marítim y la plaça de Cort, con los restos de las campanadas, limpias por la mañana tras la «batalla» nocturna.

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