Con menos ambiente en las calles y zonas de marcha, el nuevo año llegó a ritmo de Nochevieja tras las doce campanadas. Explosión de alegría, besos y saludos bajo un impresionante improvisado espectáculo de fuegos artificiales en todos los rincones de Mallorca. Frente al televisor o escuchando la radio, las campanadas fueron recibidas con la tradición de comer doce uvas, una por cada deseo para el nuevo año 2005. Rápidamente la gente salió a contemplar los fuegos artificiales, encendidos y lanzados al despejado cielo, por muchos particulares, barriadas de vecinos y lugares como restaurantes y hoteles donde se celebraba la Nochevieja. «Mensaje no enviado» o «saturación en la línea» fue la contestación a muchas personas que quisieron felicitar a los suyos por teléfono móvil. Una hora más tarde de la media noche y ya conscientes de estar en un nuevo año, la gente fue saliendo tímidamente a la calle.
A diferencia de otras Nocheviejas, la del 2004 fue menos movida. No hubo prácticamente atascos en el Passeig Marítim, la zona más concurrida. Tampoco hubo «overbooking» en discotecas, salas de fiestas, locales o pubs. En la zona norte, como se le denomina al final del Passeig Marítim, antes de llegar a la curva de Pelaires, locales como La Mina, Amarre, Motown, La posada del loro y otros registraron un ambiente igual o incluso menor a una noche de sábado cualquiera.
Las macrofiestas y discotecas fueron las opciones de muchos fervientes noctámbulos que a ritmo de los mejores dj's movieron el esqueleto hasta altas horas de la madrugada. Colas de espera, a las tres de la noche, en la discoteca Pachá o Tito's. La discoteca Level Club estuvo al nivel de muchos de sus fieles y para ritmo el que dio desde primera hora de la noche Zarabanda. Locales como Salero, Victoria, La Bolsa, Ave César, Thalassa, etc ofrecieron calidad y servicio.