El número de plazas de bares en las Islas ha crecido más de un 90 por ciento en el período comprendido entre 1999 y 2003, al haber pasado de 42.548 a 77.996, según datos facilitados por la Conselleria de Turisme en la última reunión de la Mesa de Diálogo Social. Este crecimiento espectacular del número de plazas de bares contrasta con el crecimiento del número de camas en el mismo período, puesto que sólo ha aumentado la oferta de alojamiento en Balears en 11.939 camas, al pasar de las 406.876 de finales de 1999 a las 418.815 a 31 de diciembre de 2003. Este desfase es la causa que ha provocado que durante el pasado verano este subsector haya sido uno de los más afectados por la pérdida de rentabilidad, debido principalmente a su atomización y exceso de plazas.
Desde la Conselleria de Turisme indican que ante las críticas que se han realizado por parte de las asociaciones de restauración de PIMEM y CAEB contra la oferta del «todo incluido», el problema radica en que hay un exceso de oferta en el segmento de bares, el cual debe ser controlado en todas sus facetas. En la reunión de la comisión intersectorial, que reúne a todos los estamentos turísticos, se analizó esta cuestión, así como la estrategia que deben seguir las patronales de restauración a la hora de exigir una serie de mínimos a la hora de montar un bar. «Cualquier persona puede ahora solicitar una licencia para montar un bar sin ningún tipo de requisito, lo cual explica la atomización existente y la desaparición de cientos de bares», explican desde Turisme.
La patronal hotelera indica que el crecimiento de la oferta hotelera «ha sido racional y con unos criterios de sostenibilidad, mientras que la oferta complementaria ha aumentado su oferta de forma cuántica, distorsionando todo el mercado». Las patronales de restauración de PIMEM y CAEB son conscientes de este problema, de ahí que van a iniciar una estrategia conjunta para poder controlar el crecimiento de esta oferta, pero para ello exigen a la Conselleria de Turisme que se implique en esta cuestión. Y los hoteleros añaden que el «todo incluido» no ha afectado tan negativamente como afirman los sectores de restauración, «lo que deben de hacer es controlar los precios que se cobran para que el cliente se vaya satisfecho a su país y no generar mala imagen por los elevados precios que cobran o por el servicio que ofrecen a los clientes».