La imaginería mariana propia de la fiesta de la Asunción se traduce en los artísticos tálamos que se han instalado en distintas iglesias de Palma y merecen una detenida visita.
En los Capuchinos resulta ésta casi obligada, para admirar la bella estatua del tránsito de la Virgen, en madera policromada del siglo XVIII, obra atribuible al escultor Andreu Carbonell. Su rostro es muy hermoso; las manos las cruza sobre el pecho y lleva túnica y manto ricamente estofados. El padre capuchino Magí Seto destacó que «ésta se custodia el la iglesia de Santa Catalina de Siena y en esta ocasión ha sido cedida por el Obispado a petición de los frailes capuchinos».
Los frailes, con exquisito gusto, han recreado un armonioso conjunto de la Mare de Dèu Morta, que luce custodiada por dos ángeles y arropada con ramas de olivo.
En la iglesia de San Nicolás, el rector Felip Guasp y su equipo parroquial también han instalado un precioso tálamo. La talla es muy hermosa, con la cabeza sin toca ni velo, por lo que se considera como obra del siglo XVIII.
En San Jaime se muestra la preciosa imagen de la Virgen, obra del célebre escultor Adrià Ferrá. Tiene rostro juvenil, adornado con bien trenzada cabellera. Viste túnica blanca y manto azul y los pies los lleva calzados con sandalias. Esta, según el rector Juan Servera, estará expuesta hasta el miércoles próximo.