Todos los mallorquines fueron ayer madrileños. El espanto causado por los atentados cometidos en los trenes de Madrid dejó a todos los ciudadanos de Mallorca paralizados, primero por la sorpresa y después por el horror. Desde primeras horas de la mañana, la actividad cotidiana quedó paralizada debido a que los ciudadanos no eran capaces de asimilar las consecuencias de las terribles explosiones en la capital de España. Los bares de la ciudad que disponían de televisor se llenaron de madrugadores ciudadanos que, antes de acudir a sus puestos de trabajo, pararon allí para desayunar, mientras los informativos daban cuenta creciente de la mortal estadística causada por el atentado.
«Es horroroso, esto es increíble. No puede ser». Eran las frases más pronunciadas por los ciudadanos ante la imposibilidad de dar crédito a lo que las televisiones mostraban en las pantallas. La paralización que vivieron los ciudadanos de las Islas no sólo se notó durante toda la mañana en las conversaciones de los ciudadanos. Todas las movilizaciones previstas ayer por diversos colectivos también quedaron suspendidas para evidenciar que, por encima de todo, lo más importante era mostrar la solidaridad con los cientos de víctimas del atentado.
Tres concentraciones se suspendieron para ceder el protagonismo absoluto a los cientos de personas que murieron en Madrid. A primera hora de la mañana, se suspendió la movilización prevista por los vendedores de coches de segunda mano en protesta por la competencia desleal que sufren por parte de empresas no legalizadas. Los vendedores de coches tenían previsto hacer un recorrido por el centro de Palma al volante de sus vehículos pero decidieron posponerlo.