Antes de tomar cualquier decisión, el Govern tiene en marcha una serie de estudios previos en diversas granjas y después analizará con los ganaderos la conveniencia o no de realizar una vacunación masiva. También se decidirá en ese momento si la vacunación se realiza tan sólo a los 35.000 animales que se calcula que hay en Menorca -donde hasta el momento se concentra la enfermedad- o si se extiende además a las otras 350.000 cabezas de ganado rumiante que hay en Mallorca y Eivissa. En cualquier caso, el coste de la vacunación será asumida por el Ministerio.
Por lo que respecta a las posibles ayudas que recibirán los ganaderos, por el momento sólo está asegurado el cobro de entre 36 y 78 euros por cada uno de los animales sacrificados. Hasta la fecha se han sacrificado los 78 animales de la primera granja afectada por la enfermedad. Lo que todavía no está decidido es si habrá o no ayudas suplementarias. La consellera d'Agricultura, Margalida Moner, insistió en que el Gobierno debe establecer ayudas compensatorias a través de un convenio marco, ya que Balears es susceptible de exportar la enfermedad y además es el primer punto del Estado en el que se suele detectar el problema.El director general se mostró dispuesto a estudiar un abanico de medidas que sean beneficiosas para las ganaderos, tanto desde el punto de vista sanitario como económico y promocional, dados los perjuicios añadidos que comporta la restricción de movimiento de animales. Carlos Escribano consideró que, pese a la aparición de un nuevo foco, resulta prematuro hablar de epidemia, pero admitió que existe un importante riesgo de transmisión de la enfermedad porque depende de la población que haya de mosquitos y de las condiciones climáticas. «Ningún territorio está libre de que aparezca esta enfermedad, pero parece que la diagnosis ha sido rápida y eso ha hecho que haya menos explotaciones afectadas», dijo Escribano. El director general de Ganadería alabó la excelente reacción de las autoridades de Balears en la epidemia que se produjo en el año 2000 y que, no obstante, acabó con 505 focos localizados, 2.007 animales muertos y otros 7.752 sacrificados. En aquella ocasión, las principales pérdidas de los ganaderos se produjeron por la restricción de movimiento del ganado durante dos años. Escribano alabó también el papel previsor que desde entonces han jugado las siete granjas «centinelas» que hay instaladas en Balears.