La mutilación genital femenina o ablación se practica en 28 países africanos y en algunos de Oriente Medio. Alrededor de 130 millones de mujeres y niñas en todo el mundo -unas 6.000 cada día- han sufrido en sus propias carnes la circuncisión femenina. Así lo confirmó ayer Agnes Pareyio, activista keniata masai de 44 años de edad, directora de una casa refugio en Narok (Kenia) que ofrece cobijo a las niñas que huyen de la ablación genital y del posterior matrimonio obligado, dos costumbres cuya práctica sigue vigente en el país.
La mutilación genital femenina consiste en la extirpación parcial o total del clitoris y de los labios vaginales. La ablación se realiza como un ritual de transición de la infancia a la vida adulta. Pero cada año se incrementa el número de niñas que huyen de sus hogares -alrededor de los 10 años- cuando se acerca el momento del ritual, lo que normalmente coincide con el período de vacaciones.
Pareyio explicó ayer, acompañada de la consellera de Presidència, Rosa Puig de la directora general de Cooperació, Magdalena Contestí, que ha viajado a las Islas invitada por el Govern para ofrecer tres conferencias -una en Mallorca, otra en Menorca y la tercera en Eivissa- con la intención de dar a conocer las consecuencias de la ablación y la labor que la activista desarrolla en el centro de Narok de la que es directora.