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Desfile naval de clausura

El Trofeo Conde de Barcelona finalizó ayer con la entrega de premios, presidida por el Rey

La gran parada naval tuvo lugar en aguas de la bahía de Palma y se convirtió en un espectáculo de una gran belleza plástica. Foto: TOMÁS MONSERRAT

La XIX edición del Trofeo Almirante Conde de Barcelona, creado por don Juan de Borbón, padre de nuestro Rey, no ha podido tener mejor final: una parada naval presidida por don Juan Carlos I y la casi totalidad de la Familia Real. Sucedió ayer, a medio día, en la bahía de Palma, donde cerca de doscientos barcos, unos 70 de época -los menos antiguos botados en diciembre de 1949-, bellísimos y engalanados como requería la ocasión, y el resto pertenecientes a los distintos clubs naúticos de la isla, sobre un mar tranquilo se alinearon en cuatro filas, con la Catedral como telón de fondo, esperando a que el «Giralda» les pasara revista y luego correspondiendo con aplausos y haciendo sonar las sirenas a los saludos del Rey, la Reina y sus acompañantes.

Un bello y emotivo espectáculo, sin duda, que ponía broche de oro a una querida regata. Minutos antes, el que fuera barco del conde Barcelona, donado a raíz de su muerte, de ello hace ya diez años, a la Escuela Naval Militar, había salido de la base de Portopí donde, junto con SSMM los Reyes, habían embarcado los duques de Lugo, don Jaime de Marichalar y doña Elena; la duquesa de Palma, doña Cristina; doña Pilar de Borbón, hermana del Rey; Pablo de Grecia y su esposa, Chantal Miller; Fernándo, hijo de doña Pilar, y su novia; y, naturalmente, Jaume Matas, presidente del Govern; el diputado Joan Huguet; y Emilio Espinosa, presidente de la Fundación Hispania y del Comité organizador del Trofeo Almirante Conde de Barcelona.

El «Giralda», tras haber llegado al campo de regatas y a fin de dar tiempo a que las diversas embarcaciones -las que habían estado compitiendo y las que se sumaban al acto- se alinearan debidamente para la revista, estuvo navegando a lo largo y ancho del mismo. En popa vimos charlar distendidamente al Rey con el presidente del Govern, Jaume Matas, mientras que Joan Huguet y Emilio Espinosa escuchaban atentamente. Mientras, la Reina, sentada frente a una mesa sobre cubierta y debajo del toldo azul, hablaba con su hija, la infanta Cristina. En la esquina se encontraban los duques de Lugo -doña Elena, como casi siempre, con trunyella que caía sobre su espalda- y no muy lejos de ellos doña Pilar de Borbón, Pablo de Grecia y Chantal Miller.

Pedro Prieto

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