Entre 35 y 45 toneladas de «trastos», frigoríficos, muebles viejos, ruedas, e infinidad de cosas que la gente abandona, es la media diaria que retira EMAYA de las calles de Palma, ciudad que no logra desprenderse del calificativo de sucia, hasta tal punto que ocupa uno de los primeros cinco puestos en el supuesto ranking de «ciudades cutres» de España, calificación con la que no está de acuerdo Antonio Nadal, concejal y presidente de EMAYA, «porque tengo la percepción de que Palma no está tan sucia como se la presenta, aunque todas las situaciones son mejorables, y en ello estamos».
Lo cierto es que en Ultima Horadiariamente se reciben quejas por el aspecto de las calles y entre esas protestas proliferan las de los que residen en zonas fuera del casco antiguo, que consideran que los mayores esfuerzos son para el centro de la ciudad y se descuida la periferia. «EMAYA efectúa un plan de limpieza general homogéneo, teniendo en cuenta las características de cada zona. Lo que ocurre es que en determinados barrios, a los diez minutos de haber pasado el servicio, ya vuelve a estar sucio. En el centro de la ciudad la limpieza dura más tiempo, de ahí esa sensación de descuido en las zonas periféricas, que no es tal».