En avanzado estado de gestación, pero sin reflejar cansancio, pesadez o pies hinchados, Mar Flores y su esposo, el empresario Javier Merino, dedicaron la mañana de ayer a pasear y a realizar algunas compras por el centro de Palma. Pero antes, la pareja decidió desayunar en una cafetería de Puerto Portals. A Mar se la ve muy bien, guapa y ágil, a pesar de la gran tripita de embazarada que ya luce. Todavía no se sabe si el primogénito que el matrimonio espera será niño o niña. Recordemos que ella ya tiene un varón de su anterior relación.
Si se hace caso de las premoniciones de las abuelas, apuesto por que Mar tiene cara de traer una niña a este mundo, pero por el momento no podemos confirmarlo, puesto que tanto ella como él no quisieron desvelar el sexo del bebé, aunque seguramente ya saben hasta el nombre del futuro hijo/a. Su marido, Javier Merino, está continuamente pendiente de ella, siempre en segundo plano, tras ella pero adelantándose en los momentos más oportunos, como todo un caballero, por ejemplo para abrir la puerta del taxi -ya que se movieron siempre en taxi, desde Puerto Portals al centro de Ciutat y desde Jaume III al lugar donde se alojan-. Mar miró escaparates, entró en boutiques pero no hizo ninguna compra. Durante su paseo se cruzó con niños y bebés en cochecitos, y los miró, de reojo, con ternura. Desde hace dos días están en la Isla, donde están algunos amigos, como el campeón de rallys Carlos Sáinz, aunque es en Eivissa donde realmente Mar Flores y Javier Merino están veraneando.Julián Aguirre
(texto y foto)