Nawal Al-Sa'dawi, que mañana dictará una conferencia organizada por eClub Ultima Hora con el título Creatividad y Disidencia, no se separa de su marido, el novelista y psiquiatra Sherif Youssef Hetata, durante toda la entrevista. Esta escritora, activista y luchadora por los derechos de la mujer, cuenta que tiene en su marido al mejor colaborador. Han compartido casi todo, incluso la cárcel y la persecución. Han escrito, han trabajado y han luchado de la mano. Y cuando Nawal Al-Sa'dawi lo explica, sus ojos de activista y luchadora se le iluminan y le coge de la mano. Desde la atalaya de sus 72 años, parece tener las ideas bastante claras.
El XV Premio Internacional de Catalunya 2003 supone un reconocimiento por «haber sido en Egipto y en el conjunto de los países árabes la mujer que más ha luchado, y con más influencia e inteligencia, primero de todo por la libertad femenina y también por la justicia social y la democratización de la sociedad musulmana».
-Otras dos mujeres comprometidas, Susan Sontag y Fátima Mernissi, acaban de recibir un galardón, en este caso el Príncipe de Asturias, coincidiendo con el suyo. ¿Recogen ahora las mujeres el fruto de muchos años?
-Sí, sin duda, pero se trata de premios diferentes y tampoco tenemos la misma trayectoria.
-Su primer libro, «Mujer y Sexualidad», en el que en 1972 denunciaba el trato vejatorio a las mujeres árabes, le ocasionó muchos problemas.
-Sí, porque yo relacionaba la liberación sexual de la mujer con la liberación política en un nivel global y local.
-También en España, en esa época, los movimientos feministas planteaban denuncias en el mismo sentido. ¿Por qué las dictaduras tienen tanto miedo a las mujeres y a su liberación sexual y política?
-Los dictadores son universales y continúan, incluso en regímenes aparentemente democráticos. Yo considero a George Bush un dictador. Mi marido y yo somos profesores en Estados Unidos y podemos decir que tampoco allí ha llegado la democracia y la liberación de la mujer. El capitalismo, las clases y el patriarcado continúan oprimiendo a todas las mujeres.
-¿Por qué el poder tiene miedo a la liberación sexual?
-Pues porque las mujeres representan a la mitad de la sociedad y son muy poderosas si están liberadas. Nos tienen miedo. Piensan que ponemos en peligro su patriarcado y su sistema de clases.
-¿Es cierto que en Estados Unidos son los grupos de mujeres quienes lideran las protestas contra Bush y la guerra?
-Sí, sí. Las mujeres están en todas partes, y no sólo en Estados Unidos, liderando las protestas. También en los países árabes y en Barcelona. La verdadera oposición está en la calle, no en los gobiernos.
-A veces, desde España, nos da la sensación de que todo el pueblo americano piensa como Bush, sobre todo en relación a la guerra.
-No, no de ninguna manera. Mucha gente está en contra de Bush. Grupos de mujeres y de hombres nos hemos movilizado y hemos enviado una carta a Kofi Annan en la que le decimos que, si no es capaz de cumplir su papel como secretario general de la Naciones Unidas, dimita.
-Todos sus libros tienen un objetivo: que las mujeres sean visibles. ¿Quién ha hecho invisibles a las mujeres?
-La opresión económica, la opresión política, las dictaduras locales, la opresión religiosa y, sobre todo, el neocolonialismo global. Todo eso es lo que oprime a la mujer y la hace invisible. De todo eso es de lo que se tiene que liberar.
-La imagen más gráfica de la opresión de la mujer es el «burka» talibán.
-Sí. Y el velo. Y sin embargo, el velo de la mente es mucho más peligroso que el velo de la cabeza. Además, el velo no es islámico. Empezó con el cristianismo, es ajeno a la identidad musulmana de la mujer. Los regímenes integristas islámicos lo han impuesto. También Annuar el Sadat en Egipto, pero él tenía el apoyo de los americanos. ¿Y qué significa eso? Pues que el fundamentalismo islámico y el neocolonialismo americano son las dos caras de la misma moneda.
-¿Se puede liberar sola la mujer o necesita ayuda?
-Pueden liberarse por sí mismas pero necesitan colaboración. Somos nosotras las que nos liberaremos a nosotras mismas, pero tenemos que trabajar con todos. Trabajamos con grupos de hombres, con grupos cristianos, con judíos, con musulmanes, con hindúes, con todos.
-Su libro «Canción Circular» mantiene que la vida nos va dirigiendo de un modo circular. Esa es una constatación dramática. ¿Quiere decir que no hay salida?
-«Canción Circular» es una novela. Y la protagonista logra salir del círculo. Podemos romper con el círculo de la opresión. Hay que luchar una y otra vez, sin cansarse, hasta que rompes.