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La música como obsesión

La escuela Factoria de Músics ofrece una alternativa al conservatorio

La escuela Factoria de Músics ofrece la modalidad Músiques del Món.

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«Podrías cambiar el ritmo y marcar más las negras». Un profesor rectifica a un alumno que toca la batería. El alumno asiente e intenta hacer lo que el maestro le dice. Parece que sale bien. Les acompañan dos guitarristas, una bajista y un chico que toca la armónica. Todos participan en un combo de blues y rock en la escuela Factoria de Músics, una iniciativa pionera en la Isla que se dedica a enseñar música moderna, ofreciendo clases de percusión, flabiol, teclados o voz, entre otras.

Cada tarde de lunes a viernes en las casas de Son Llaüt de Santa Maria, los alumnos aprenden aquellas materias que no se enseñan en el conservatorio. Pau Mir siempre había tocado instrumentos de cuerda y, «por envidia», decidió apuntarse a clases de xeremies. «En un principio, el instrumento me daba miedo pero después me acostumbré». Rafel Comas se encuentra en una circunstancia parecida. «La xeremia es una cosa especial, no todo el mundo la toca». La intención de las lecciones es «perfeccionar conocimientos», según explica Teodor Sala, profesor de este instrumento. «Trabajamos la afinación, la técnica y la interpretación de tonadas». El objetivo: «Crear instrumentistas autónomos que sepan resolver los problemas que vayan surgiendo».

Rosendo Simón estudia en la clase dedicada a Músiques del Món que imparte Toni Miranda. Se apuntó para «aprender música moderna», ya que su formación fue clásica. «Es una experiencia dinámica, muy formativa». Miranda intenta enseñarles a sus alumnos «las diferentes técnicas» y a «querer el instrumento». A partir de aquí, «cada uno empleará lo aprendido como quiera». «El conservatorio sólo te enseña una manera de vivir la música». Factoria de Músics ofrece «la oportunidad de aprender y, a su vez, ver lo que todavía queda por estudiar y asimilar».

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