Hotel Helios, en la Platja de Palma. Martes, 5 de octubre, nueve de la mañana. El comedor está ya a mitad de ocupación, pues vemos que bastante gente hace tertulia en los salones o que han salido a la calle a dar una vuelta haciendo tiempo antes de que comience la primera reunión, en la que se les dará cuanta información precisen para que los días que pasen en Mallorca sean lo más felices e inolvidables posible.
A medida que salen del comedor, una de las azafatas de Mundo Social les va diciendo que la reunión de los que sólo pasarán 7 días de vacaciones es en el piso de abajo, mientras que la de los de 15 días «es en el salón que ven a la izquierda». Mientras, en el interior del gran comedor, por cuyos ventanales comienzan a entrar los rayos de sol en una mañana que arrancó con nubes, los menos madrugadores están terminando de desayunar, y por lo que se ve en el bufet, bien, incluso diríamos que opíparamente.
En lo que están haciendo una breve sobremesa abordamos a Alberto González, Rosa Pérez, Alejandro González y María Sánchez, dos matrimonios de Madrid, «y del Madrid», matiza Alberto, que junto con su mujer, Rosa, es la primera vez que viene a Mallorca, «y que volamos en un avión. Que lo de volar "añade" ha sido uno de los motivos por los que nos hemos venido a la Isla». Reconocen que al principio tenían cierto temor, «pero enseguida lo hemos superado. Sinceramente, creía que iba a ser peor».
Cerca del salón donde va a tener lugar la reunión nos encontramos con una familia ibicenca que está casi al completo: son los Riera-Costa-Bonet, a saber: José Riera Bonet, Margarita Costa Costa, Catalina Costa Costa, María Costa Bonet, Rita Costa Costa y Catalina Riera Bonet. Marido, mujer, primos y hermanas. «Y en Sant Antoni se han quedado los hijos para cuidar la casa. Que todavía somos más», dice José. Para ellos, todo va bien. La comida es fenomenal, la organización, buena, el viaje ha sido cómodo, el trato, excelente, y los precios de los pasajes, baratos.